Cartas de lectores: Persignarse ante la casa de Dios
Pues por el amor que le debemos a Dios.
Cuando nos formábamos para hacer la Primera Comunión nos indicaban que persignarse era un saludo, que era una forma de hacer llegar una muestra de afecto a Dios. Debido a ello, cada vez que pasábamos por la capilla nos persignábamos.
Hoy en día, dicha buena costumbre se ha perdido; casi nadie lo hace. Está prácticamente en desuso.
¿Por qué deberíamos actualizar dicha costumbre? Pues por el amor que le debemos a Dios.
Quizás ese saludo cuando pasamos por la casa de Dios sea una manera de hacerle llegar nuestro cariño y respeto.
¿Por qué no?
Eduardo E. Jiménez