Cartas de lectores | Muñoz, el planificador
Estas evidencias demuestran que la afinidad ideológica no constituye ninguna credencial ni tampoco es mérito alguno
El alcalde de Quito, Pabel Muñoz, es una figura emblemática del correísmo. Fue el encargado de la planificación en la alcaldía de Augusto Barrera y también jugó un papel importante en la planificación en el gobierno de Rafael Correa.
Teóricamente eran unas magníficas credenciales para administrar la ciudad de Quito.
Cuando se lanzó de candidato a la alcaldía, a pesar de no ser su partidario, consideré que podría ser una de las mejores cartas del correísmo.
Al constatar sus ejecutorias, sinceramente he quedado decepcionado.
La planificación en Quito no existe. Todo es reaccionar a las críticas o a los acontecimientos. La esencia de un verdadero planificador es tomar medidas preventivas: las correctivas las toma cualquier hijo de vecino.
Por ejemplo, las medidas de control del tránsito en la Ruta Viva, se toman luego de varios accidentes que incluyeron muertes, medidas que deben regir en toda la ciudad y desde siempre, y, que si encontró que no las había, al mismo inicio de su administración debía haberlas tomado.
La suspensión de un evento de ‘integración’ por los precios excesivos que se iban a contratar para simples platos de ahornado de cerdo, que ni siquiera tuvieron como referencia los precios de mercado, otra falencia imperdonable en un ‘planificador’.
Si sus falencias son tan evidentes en un municipio, imaginémonos lo que ocurrió en todo el Ecuador, donde por afinidad ideológica y no por méritos (hoy es evidente) se le encargó planificar todo un país. Por eso estamos como estamos.
Estas evidencias demuestran que la afinidad ideológica no constituye ninguna credencial ni tampoco es mérito alguno. Lamentablemente, es la norma que guía a los gobiernos del Socialismo del Siglo XXI; por eso, es imposible que pueda confiar en ellos y mucho menos en sus criterios con respecto a lo que conviene al país.
José M. Jalil Haas