Cartas de lectores | La peligrosa escena internacional
Estos afanes imperiales son absurdos frente a los deseos de la mayoría
Putin está llevando a cabo experimentos para medir la capacidad de respuesta de la OTAN: lanzar decenas de drones contra objetivos en Polonia y Rumanía o penetrar en el espacio aéreo de Estonia. Prueba la unidad y capacidad de la alianza occidental; que la conquista de Ucrania -que no ha logrado en tres años ni con un millón de soldados muertos- sería solo el inicio de nuevas excursiones para rehacer un imperio zarista o soviético, sueño que aún conmueve al exagente de la KGB, líder de oligarcas y de un régimen represivo. La ilusión de un imperio es obsoleta e impopular entre el pueblo ruso. Ese afán imperial, presente desde hace miles de años, solo ha traído guerras, destrucción, esclavitud y hambre; la ‘gloria’ de los totalitarios deja un rastro de sangre y ruina. La tentación de Putin se suma a otros dos afanes de dominación: el expansionismo chino, con poderoso ejército y tecnología, y el propósito de ciertos islamitas de invadir regiones para refundar un califato. A los islamistas les favorece la migración masiva y la elevada natalidad, y recurren a la repetición del Corán (texto ordena decapitar infieles en numerosas ocasiones). En Europa la presencia musulmana crece (10% en Francia; varios municipios en Inglaterra) por la inmigración, la ingenuidad occidental y culpas históricas del colonialismo. Esto se relaciona con la violencia contra iglesias y mujeres sometidas en países como Irán, Arabia, y Afganistán, y con grupos terroristas que asesinan impunemente, en especial en África. ¿Superioridad del profeta Mahoma? Figuras morales de otras tradiciones -Zaratustra, Isaías, Confucio, Buda, Gandhi y Jesucristo- predicaron benevolencia, moderación, compasión y no violencia. En contraste, el islam histórico violencia y sumisión. Putin confía en el respaldo norcoreano y en China, aunque Pekín persigue intereses propios. Los regímenes que amenazan con guerra son tiranías que sostienen su poder mediante terror. China debería respetar a Xinjiang, Hong Kong, Taiwán y el Pacífico Sur. Estos afanes imperiales son absurdos frente a los deseos de la mayoría -vivir en paz, con prosperidad y orden- y no reflejan la voluntad del ruso decente. Putin no es de fiar y no se puede negociar con mafias o regímenes represivos; a veces hay que adelantarse al mal con operaciones rápidas, precisas y quirúrgicas, pues la lentitud y la complejidad (como en Gaza) complican la acción histórica y pueden ser fatales (como la tibieza de Chamberlain ante Hitler).
Eduardo Mora Anda