Cartas de lectores | El urgente llamado a un pacto nacional

El futuro depende de que el diálogo sea verdadero, la empatía mutua y la política se reconcilie con el pueblo

Las manifestaciones de los gremios indígenas muestran un país fracturado, cansado de promesas incumplidas y decisiones que afectan a los más vulnerables. El reto no es callar la protesta, sino transformarla en oportunidad de diálogo y consenso.

Los movimientos indígenas han sido una voz incómoda pero necesaria. Su fuerza radica en la legitimidad del reclamo: la exclusión y la desigualdad persisten mientras los gobiernos no logran integrar al campo, a los pueblos originarios y a los sectores populares.

El contexto actual —inseguridad, salud deficiente, corrupción, desempleo y debilitamiento institucional— agudiza el descontento. Las medidas fiscales y la eliminación de subsidios se perciben como cargas adicionales para quienes menos tienen. Sin embargo, la protesta legítima debe ejercerse respetando la ley y los derechos ajenos, y el Estado debe responder con diálogo, no represión.

Los líderes indígenas también tienen responsabilidad histórica: convertir la protesta en propuesta, sentarse con visión de Estado y futuro. El país no resiste más bloqueos ni enfrentamientos; necesita un nuevo pacto social que garantice justicia, equidad y desarrollo.

Ecuador no saldrá adelante desde los extremos. Ni la violencia disfrazada de protesta ni la soberbia del poder son soluciones. El futuro depende de que el diálogo sea verdadero, la empatía mutua y la política se reconcilie con el pueblo.

Mario Vargas Ochoa