Cartas de lectores | El reencuentro en una misa de réquiem
Estuve en una misa de réquiem y se me ocurrió observar y plasmar estas letras
El ser humano valora todo tarde en la vida. Cuando una persona fallece sentimos su ausencia, dándole importancia y reconociendo su apreciado valor. El ser humano es raro, se pelea con los vivos y regala flores a los difuntos; se queda sin hablar con un vivo y cuando fallece le hace homenajes y misa de réquiem. El ser humano no tiene tiempo para visitar a un vivo, pero se queda todo él tiempo en el velorio. No llama, no abraza, pero se lamenta mucho cuando el otro está inerte; hasta parece que es más valioso el extinto que la vida. La vida es irónica: se necesita tristeza para conocer la felicidad, ruido para apreciar el silencio, y ausencia para valorar la presencia. Estuve en una misa de réquiem y se me ocurrió observar y plasmar estas letras, entre música de tristeza y llanto. Luego, a la salida, uno se topa con Edmundo y todo el mundo. Se saluda a los años con Elena, Patricia, Pepito, etc. y llegan esos abrazos diplomáticos entre sol y sombra, y promesas qué quizás se vuelvan a cumplir entre vivos e inertes. El tiempo es el fiel testigo de la verdad.
Javier Valarezo Serrano