Cartas de lectores

¡Qué barbaridad!

Algunos de los primeros candidatos a la presidencia de la República que se presentaron al primer debate organizado por un diario de Quito, destrozaron el idioma. ¿Cómo es posible que quienes pretenden dirigir el país no estén preparados para exponer su “plan de gobierno”? Ello simplemente fue una pobreza expositiva. ¿Imaginan a estos personajes disertando en una conferencia internacional de mandatarios? Seríamos el hazmerreír del foro, como aquel que pretendía hablar de “física cuántica” en una universidad de España y los asistentes salían de a poco, por cuanto el pobre hombre no sabía ni el concepto de átomo. Un expositor debe tener la capacidad de síntesis sobre el tema que plantea a un público interesado en la propuesta. Para un presidenciable es obligatorio conocer y dominar la ciencia de la exposición argumental, la retórica; esta tiene sus reglas claras y definidas para conseguir un objetivo. Si la exposición es “floja”, queda en el aire la sensación de falta de veracidad y profundidad temática. Además, descubre la inseguridad del hablante, por lo tanto, la intervención es fallida.

La retórica es el arte de demostrar, enamorar y convencer a un auditorio sobre un tema específico; incluye aspectos como el timbre de voz, variables de intensidad, barrido escénico y un elaborado lenguaje corporal.

Daniel Uyaguari Zh.