La imperiosa necesidad de construir un propósito colectivo, ‘un sueño de país’
Soñamos con un país donde nadie tenga que rogar por su seguridad, dignidad y libertad
El Ecuador de hoy atraviesa una etapa de desconcierto profunda. La radicalización de la política, la crisis económica y la creciente incertidumbre de seguridad han erosionado la confianza de los ciudadanos. El Gobierno, que ya tiene dos años en el poder y que llegó con la promesa de cambio, ha profundizado la división social, improvisando frente a temas críticos como seguridad, salud, educación, entre otros y ha adoptado un enfoque arrogante ante los grandes desafíos. Vivimos en un país donde el Estado ha cedido terreno frente al crimen organizado, el narcotráfico, las economías ilegales y el deterioro institucional, manteniendo dentro de su equipo de colaboradores a personajes funestos del gobierno al que tanto han criticado por corrupto, tratando de debilitar varias instancias importantes de nuestra democracia.
Es imperativo construir un propósito colectivo, ‘un sueño de país’ que nos convoque a todos. Ecuador es nuestro y es nuestra causa mayor. Es un llamado ético y ciudadano. Es responsabilidad de todos.
Soñamos con un país donde nadie tenga que rogar por su seguridad, dignidad y libertad. Donde la palabra valga, el pensar diferente se respete y el talento florezca. Donde la educación sea el motor de equidad y la vida valga en cada rincón de nuestra patria. Un país donde ser ecuatoriano sea siempre un motivo de orgullo y alegría. Un país donde la integridad no sea una excepción, sino la norma. Donde los recursos públicos se cuiden como sagrados: con pulcritud, transparencia y sin excusas. Donde lo público esté siempre al servicio de quienes más lo necesitan, no de quienes más tienen poder.
Un Ecuador en el que podamos vivir mejor, vivir en paz y armonía en cada rincón del suelo patrio. Con seguridad para caminar sin temor, con confianza para convivir y con esperanza firme en el futuro que juntos podemos construir. Un país donde la justicia no dependa del poder ni se haga ciega cuando le conviene, o de la influencia o el dinero, sino que sea justa para todos y esté también al alcance de todos. Un país donde la infraestructura, carreteras y vías que conecten, energía que impulse, internet que iguale oportunidades, sea la base para cerrar las brechas que nos dividen.
El Ecuador es nuestro país y se rehusa a rendirse a las mafias enquistadas en todos lados. Entre todos lo vamos a sacar adelante, con propósito, compromiso, decisión y vocación cívica.
Mario Vargas Ochoa