Una Asamblea Nacional ‘trivial’

De tal forma que los asambleístas, en lugar de cumplir la voluntad del pueblo que los eligió, quedan enajenados al dominio de facto de aquellas instituciones políticas...

“La potestad de legislar y fiscalizar reside en el pueblo”. Este lema adorna siempre a nuestra Asamblea Nacional. El término ‘potestad’ es, en otras ocasiones, sustituido por ‘poder’, pero en todo caso se refieren a lo mismo: señalar dónde supuestamente debería ejercerse el dominio y las facultades del primer poder de la democracia. O sea, si el poder no está dentro de la Asamblea Nacional, eso significa que tampoco reside en el pueblo ecuatoriano como se lo pregona a viva voz. Y los partidos políticos, en lugar de ser instituciones democráticas, se transforman más bien en estructuras para el asentamiento de un poder unipersonal caudillista.

De tal forma que los asambleístas, en lugar de cumplir la voluntad del pueblo que los eligió, quedan enajenados al dominio de facto de aquellas instituciones políticas que los llevaron al poder, como si no existiese cláusula de conciencia hacia su responsabilidad con la ciudadanía, asumida voluntariamente.

Entonces, si tenemos una Asamblea Nacional ‘trivial’, no es de extrañarnos que se sigan tomando resoluciones inadecuadas y peligrosas para nuestra convivencia democrática. Así vemos cómo cada vez surgen más resoluciones irrefutables de alineación, mostrando que el verdadero poder no está dentro de la Asamblea Nacional, sino más bien fuera de ella, debido a que en el Parlamento ecuatoriano la figura de un líder o caudillo predomina sobre la representación del pueblo en un asambleísta.

Mario Vargas Ochoa