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Isabela Carmigniani, nadando entre peces y bizcochos

Esta guayaquileña descubrió el mundo del buceo de la mano de su padre. De su madre heredó otra pasión: la elaboración de tortas, cupcakes y bocaditos

Isabela Carmigniani, pastelera y buzo
Desde pequeña se enamoró de la pastelería, también del mar. Ahora sus dos aficiones rodean su vida.Cortesía.

A 18 metros de profundidad, se vuelve liviana. Se deja llevar por los colores del mar, los peces, el cielo. Es su momento de silencio para conectarse y fluir al ritmo de toda la vida que habita ahí debajo. Es Isabela Carmigniani (31) moviéndose en ese elemento que le trae armonía.

Aun cuando sus raíces estén lejos del océano, pues nació en Guayaquil, su padre, Iván Carmigniani (buzo y fotógrafo submarino), es quien le ha enseñado todo sobre la fauna y el mar. Con apenas tres años de edad, aprendió esnórquel y desde entonces el agua es uno de sus grandes amores.

Puerto López, San Lorenzo y Galápagos son algunos de los sitios del país en donde ambos han recorrido las profundidades de ese universo. Pero ahora también va sumergiéndose sola por otros lares. Las playas de Estados Unidos, Colombia y algunos países de Europa han sido parte de esas excursiones marinas.

Sin embargo, cuando Isabela no bucea, está explayando su lado artístico. Desde hace ocho años aprendió pastelería junto a su mamá, Verónica Sandoval. Juntas formaron Munamii Cakery, un universo de cupcakes, bocaditos y tortas de hasta dos metros de altura.

Aquella es la dualidad en la que se mueve Isabela; entre lo dulce de la repostería y lo salado de la inmensidad del mar.

  • Con el delantal bien puesto

Dice que la cocina de su casa ha sido el punto de reunión de la familia. Siempre hay algo que probar.

"Desde muy pequeña con mi mamá hemos hecho dulces, al punto que en todos los eventos de nuestros amigos nunca faltó una torta de ella", cuenta. Hasta que un día decidieron que era momento de convertir ese hobby en negocio. 

Emprender surgió por una necesidad, me convertí en madre a los veinte años y quise un trabajo que me permitiera estar cerca de mi hijo Renato.

En el 2013, el emprendimiento salió a flote. Lo que iba aprendiendo en la carrera de Comunicación Social en la Universidad Casa Grande se convertía en la herramienta para dar a conocer la marca. "Instagram fue la red social que mayor venta nos generó", admite.

Es así que entre recetas de libros, otras que fueron surgiendo entre prueba y error, y aquellas que iba aprendiendo Isabela en los cursos de pastelería fueron conquistando a miles de seguidores y comensales. Darse a conocer por el "boca a boca" empezó a ser digital y desde ahí ella ha aprendido a moverse como pez en el agua.

La acogida por sus cupacakes y tortas fue tal que tuvieron que agrandar la cocina y aumentar su staff. Al día de hoy su marca la conforma un equipo de ocho personas que, a pesar de la pandemia, han seguido, sin vacilar, al pie del timón.

  • Creativa al 100 %

En estos ocho años Isabela ha podido trabajar con diferentes decoradores y organizadores de bodas a fin de que sus bocaditos y tortas sean protagonistas en la mesa.

Parte de su sello ha sido la decoración de tortas con flores naturales o preservadas. Es ahí donde ella explaya su pasión por crear

Isabela Carmigniani, pastelera y buzo
Le gusta decorar las tortas con flores naturales y disfruta de dar rienda suelta a su creatividad.Cortesía.

Empecé a buscar variedad en los mercados. Y encontré toda una gama extraordinaria. Recuerdo que por meses esperaba hasta las doce de la noche la llegada del camión desde Ambato con las flores, hasta que después poco a poco consiguí proveedores. Para los grandes pasteles de matrimonio, por ejemplo, me gusta decorarlos con orquídeas, suculentas o anemonas”, dice sobre esta tendencia que deja atrás a la realización de flores con pastillaje para decoración de tortas.

Anécdotas tiene muchas. Como la de aquella vez que una clienta que le pidió un pastel para enviar a Nueva York. “La señora tenía su hija que se casaba allá, entonces la elaboramos en material acrílico de cuatro pisos y decoramos con flores artificiales. Para enviarla tuvimos que guardarla en dos maletas grandes de equipaje. Y le hice un vídeo para que sepa cómo armarla”, recuerda entre risas.

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Su creatividad no se ha visto menguada por la pandemia. “Guayaquil es una ciudad de celebración. Con el tiempo me di cuenta de que hay un grupo pequeño de personas que reservan con tiempo los pedidos y hay otro que lo hace el día anterior. Entonces no paramos”, cuenta sobre sus jornadas de lunes a sábado, pues los domingos, por lo general, vuelve al mar de la mano de su familia.

Si bien disfruta hacer tortas con todo tipo de decoración, confiesa que en las que más se explaya son las de diseños extravagantes y colores fuertes. “Mientras más creatividad me pidan, para mí mucho mejor”, confiesa.

  • Experiencias bajo el mar

Lugar para bucear: Galápagos porque toda la fauna marina pasa por ahí.

Lo que más admira: Los tiburones ballenas y los martillo. No hacen daño, son inofensivos. También me gusta admirar a las mantarrayas. Uno ahí se da cuenta de lo pequeñito que uno puede ser.

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Lo que siempre lleva: Mis cupcakes. Mis amigos no me dejan ir a los paseos si no llego con estos para compartir.

Isabela Carmigniani, pastelera y buzo
Las profundidades del mar, son para ella, el mejor lugar para encontrarse con sí misma.Cortesía.

  • Sobre ella:

Esta guayaquileña de 31 años es licenciada en Comunicación Social con mención en Marketing por la Universidad Casa Grande. Además, tiene un masterado en Marketing Digital por la Universidad de Barcelona.

Obtuvo el título de técnica en Pastelería Profesional en la Escuela de los Chefs y desde 2013 tiene el emprendimiento Munamii Cakery, donde elabora dulces y tortas.

Además, Isabela es instructora de buceo y apasionada por los deportes al aire libre.