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Hypocrisy en Quito ¿Y en Guayaquil para cuándo?

¿Por qué la ciudad puerto se queda fuera de las giras internacionales de las bandas de metal? EXPRESIONES trata de hallar las respuestas

Hypocrisy
Banda HypocrisyCortesía

La presentación de los suecos Hypocrisy en la capital, el jueves 8 de diciembre, cierra con broche de oro la agenda de conciertos metaleros en Ecuador y prepara al público para lo que se viene en 2023.

Mientras tanto, los rockeros guayaquileños se preguntan cuándo el Puerto Principal será incluido en el circuito de giras de grupos internacionales. Los amantes del metal se han acostumbrado a tener que viajar a Quito, Cuenca u otras ciudades de la Sierra cuando quieren disfrutar de un show de gran nivel. Y saben que, aparte del valor de las entradas, deben programar en su presupuesto los gastos de los pasajes, la estadía y la alimentación.

Conversamos con personas vinculadas a la organización de conciertos para analizar cuáles son los factores que han hecho que Guayaquil haya quedado al margen de toda esta intensa actividad.

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Costos excesivos y falta de inversores

“Los altos costos por el alquiler de locales y obtener los permisos correspondientes, son un gran impedimento a la hora de organizar eventos con bandas internacionales en Guayaquil. Porque la cantidad de personas que asisten a un concierto de metal no justifica hacer una inversión de esa envergadura. Por eso muchas veces resulta rentable hacerlo en ciudades como Loja o Ambato, relativamente pequeñas en comparación a Guayaquil, porque manejan costos mucho menores.

Tampoco veo con buenos ojos que ahora prácticamente todos los conciertos se hagan en bares. Por un lado, porque eso impide que accedan menores de edad y cierto público que talvez se siente intimidado en ese tipo de ambiente. Además de que un bar no ofrece todas las comodidades que sí puede ofrecer un salón de eventos. Guayaquil necesita un salón de eventos que esté a la altura de las exigencias de los artistas internacionales.

Asimismo, no sería mala idea retomar los conciertos intercolegiales de rock y metal, porque eso se convierte en un semillero para motivar el interés por este tipo de estilos, y formar a los nuevos músicos y nuevos públicos. Lamentablemente, Guayaquil está lejos de poder albergar eventos de élite”.

  • José Franco,  con más de 30 años de experiencia en la organización de conciertos, promoción de bandas y lanzamiento de discos, con su sello Brutalidad Total

“Yo considero que el problema radica en la escasa o nula difusión de este tipo de música en Guayaquil. A fines de los 90 y primeros años de este siglo, existía todo un ecosistema alrededor de las bandas de rock y de metal: había tiendas de discos, fanzines, programas de radio, que permitían que la gente esté al día. Es irónico que, habiendo mayores facilidades de comunicación por las redes sociales, ahora la gente esté tan desconectada”.

  • Ronald Narea, creador de la página web Ecuarock y exorganizador de conciertos desde Quito

“Un factor decisivo es la existencia de inversores, personas que estén dispuestas a invertir dinero para organizar conciertos. Por ejemplo, para el show de Hypocrisy, la productora que está detrás de su venida es Akakor Records, que a su vez cuenta, por ejemplo, con el respaldo de sellos como Exhumed Records, la tienda de rock y metal The Other Side Cult, la agrupación Telón de Acero y más. Al tratarse de eventos grandes, es indispensable un trabajo en equipo para manejar los distintos temas (logística, permisos, sonido, etc.) y sacarlos adelante con éxito. Cuando una banda anuncia una gira por la región, la productora interesada en traerlos al país se pone en contacto con la agenciade booking de artistas, que en este caso se llama Noise Factory y es el nexo entre la productora y la banda. Las productoras serias tienen muchos años en esta actividad y todo un bagaje de experiencia y conocen cómo manejar y cumplir los requerimientos y exigencias de los artistas, en cuanto al sonido, el hospedaje y el catering”.

  • Luis Pinos, del sello Exhumed Records

“En nuestro medio conocimos a Hypocrisy a mediados de los 90, gracias a grabaciones en casette de su segundo disco Osculum Obscenum, o por su video Left to Rot del compilatorio Death Is Just The Beginning en VHS. Automáticamente te quedabas enganchado con todo lo que vino después. Indiscutiblemente tuvieron una transformación evolutiva en sus álbumes posteriores, pero nunca dejaron de ser uno de los pilares fundamentales del death metal europeo. Hace no mucho tiempo, tenerlos en el país era impensable. Ahora que tocarán acá, como Epidemia tenemos la gran responsabilidad de ser uno de los teloneros y demostrar por qué estamos ahí”.

  • Adrián Salazar, vocalista de Epidemia, una de las bandas quiteñas que abrirán el concierto de Hypocrisy, junto a Isthar y Deseret

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Hipocrisy disco
Hipocrisy.Cortesía

El disco clave: The Fourth Dimension (1994)

A pesar de que ese mismo año ya habían sacado el EP Inferior Devoties como trío, tras la marcha del vocalista Masse Broberg, el tercer álbum de Hypocrisy es el trabajo que les permite labrarse un nombre propio en la escena.

Podríamos decir que en este disco encontraron la fórmula que los haría grandes: mezclar canciones lentas y melancólicas, acompañadas de teclados, junto con temas acelerados y violentos, teniendo como eje unificador la importancia que le dan a la melodía. Sin embargo, Hypocrisy no emuló a otros grupos suecos como Edge of Sanity o Dismember, ni se convirtió en un clon de la escuela de death melódico de Gothenburg (entiéndase At the Gates, Dark Tranquility e In Flames), sino que propuso su propia reinterpretación del género. Es de destacar también la evolución en sus líricas, pues en lugar del satanismo cursi de sus primeros trabajos, empiezan a abordar otras temáticas, como ciencia ficción y la existencia de alienígenas, característica que los identifica hasta la actualidad.