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Viena. Un visitante observa el cuadro ‘San Ambrosio y el Emperador Teodosio’, de Peter Paul Rubens.Jesús Calero / EFE

Ídolos y rivales: Miguel Ángel versus Da Vinci

Un museo vuelve a colocar frente a frente a los dos gigantes del Renacimiento italiano, mientras conduce a los visitantes a definir quién es quién

Fidias contra Policleto. Miguel Ángel Buonarroti o Leonardo da Vinci. Maestros contra discípulos. La rivalidad, y también la admiración, entre artistas y su importancia en la creación es el tema de la nueva exposición que inauguró el pasado 20 de septiembre el Museo de Historia del Arte de Viena (Austria).

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¿Quién es mejor? Esa pregunta, y el esfuerzo de los artistas de contestarla a su favor, ha sido el origen de algunas de las mejores obras de arte de la Historia, según plantea ‘Ídolos y Rivales’, una muestra compuesta por 120 obras, desde la Grecia clásica hasta el siglo XIX.

“La rivalidad no es algo comúnmente expuesto en los museos, pero existe desde los tiempos de la Grecia y la Roma antigua”, cuenta Gudrun Swoboda, comisaría de la exposición.

Tenemos expuesta un ánfora pintada por Eutímides (siglo V antes de Cristo) en la que el autor firmaba por un lado del jarrón y, por el otro, aseguraba que su rival, Eufronio, jamás sería capaz de pintar una vasija con la misma habilidad”, ejemplifica Swoboda.

Que la competencia entre artistas era un “hecho habitual” hace 2.500 años queda ilustrado en la decoración del Templo de Artemisa en Éfeso (hoy Turquía), para la que fueron convocados famosos escultores.

Fidias, Policleto o Kresilas crearon estatuas de amazonas heridas cuya calidad era sometida al criterio de un jurado, del que ellos mismos eran parte.

La exposición va presentando diferentes ejemplos de duelos artísticos, como el del concurso para decorar la puerta norte del Baptisterio de San Juan, en el que participaron artistas como Brunelleschi, Donatello o Lorenzo Ghiberti, que fue el ganador.

“Los duelos que enfrentaban a los artistas eran sintomáticos de la situación competitiva de la Edad Moderna”, se explica en el catálogo de la exposición sobre esa lucha por la fama, el estatus y los privilegios que traían.

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Hay más ejemplos, como el encargo a Leonardo da Vinci y Miguel Ángel de que recrearan cada uno una famosa batalla para decorar una sala del Palazzo Vecchio de Florencia, una tarea que ninguno pudo terminar.

El propio Miguel Ángel fue no solo un modelo a seguir por sus contemporáneos, sino también en un genio a batir para aquellos que, como Rubens, trataron de medirse con él para ascender al olimpo del arte.

El visitante encuentra, por ejemplo, dos representaciones de ‘El rapto de Ganímedes’, en la que puede comparar y votar el modelo original de Miguel Ángel con la interpretación que hizo Rubens tres décadas después.

En ‘Ídolos y Rivales’, también compiten entre las obras del maestro Tiziano con su discípulo Tintoretto, o de Van Dyck con su maestro Rubens.

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“La rivalidad por los encargos prestigiosos condujo, en ocasiones, a los celos, las intrigas e incluso las calumnias”, afirma el museo en el catálogo de la muestra. Pero también hubo casos en los que “los artistas colaboraron entre sí para crear obras que ninguno de ellos podría crear por sí solo”.

Las obras expuestas en Viena hasta el próximo enero provienen, entre otros, del Louvre de París, la Galería Uffizi de Florencia o el Rijksmuseum de Amsterdam.

Un encuentro de gigantes

Brunelleschi contra Ghiberti. En 1400 se llevó a cabo un concurso para una puerta de bronce del baptisterio florentino. Aunque tales competiciones no eran infrecuentes en ese momento, esta competencia se considera un clásico. Un jurado de 34 miembros otorgó la victoria a Lorenzo Ghiberti, cuya composición no solo se consideró más equilibrada, sino que también utilizó 7 kilogramos menos del preciado material. Probablemente toda la historia del arte del Renacimiento comienza con este concurso. La figura, moldeada con gran habilidad, transforma la Piazza della Signoria en un campo de competición hasta el día de hoy. Fue inaugurado en Florencia en 1554, en las inmediaciones de las principales obras de Donatello y Miguel Ángel. En su autobiografía, su creador, el orfebre y escultor Benvenuto Cellini, cuenta su plan para “matar a todos mis enemigos” con esta escultura. En particular, estaba pensando en su archirrival Bandinelli, quien estaba representado en la plaza con un grupo de Hércules.