Cultura

Teatro
María Cecilia Sánchez, directora de la Fundación Sánchez Aguilar.Cortesía

Continuar el legado de su padre: educar a la comunidad

El Teatro y la Fundación Sánchez Aguilar, dos espacios que aportan en Guayaquil. La tarea de los hijos del fundador es que ambos perduren

Un hombre de carácter fuerte, amante de los viajes, la literatura y poesía, siempre tuvo como prioridad ayudar a los demás y más cuando se trataba de brindar una mano en su educación. Carlos Sánchez Aguilar otorgó becas a muchas niñas para que puedan progresar con sus estudios secundarios en el Colegio La Inmaculada de Guayaquil, un gran paso para crear una fundación en 1989 y un teatro en 2012, ambos llevan su nombre. Actualmente sus hijos Juan Carlos, Ángel Polibio y María Cecilia Sánchez, con mucho esfuerzo, continúan su legado.

Carlos nació en Zaruma, El Oro. En su juventud viajó hasta la capital ecuatoriana para formarse como administrador de empresas y emprender sus negocios de enseres para el hogar y la venta de aires acondicionados, refrigeración y ventilación con su marca Anglo Ecuatoriana. Con sus ganancias logró sacar adelante su Fundación Sánchez Aguilar, con el fin de mejorar la calidad de vida de las personas a través de la educación.

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“Cuando mi papá veía a las personas durmiendo en las calles, él decía que eso era indigno y siempre buscaba la forma de ayudarlos”, dice su hija María Cecilia. Motivo que lo llevó a crear en el 2001 un albergue para acoger a personas sin hogar de diferentes provincias, el nombre de este lleva el nombre de su madre: Rosa Eva Aguilar de Sánchez. La mujer falleció cuando Carlos tenía cuatro años y hoy, que tiene alzhéimer, es a la única que recuerda.

A pesar de que la casa fue entregada a la Junta de Beneficencia de Guayaquil, el teatro y la fundación aún son la marca del trabajo que dejó Carlos y que sin importar los años se conserva.

Teatro
Sala Principal del Teatro Sánchez AguilarCortesía

El inmenso terreno del Teatro Sánchez Aguilar de 24.000 metros cuadrados pudo ser un espacio para construir una urbanización o un centro comercial, sin embargo, entre una biblioteca o un centro de convenciones que pensó realizar, Carlos optó por crear el teatro para promover y desarrollar la creación y el intercambio cultural. “La intención de mi padre era crear un espacio que forme y dé cultura, un pueblo culto puede elegir mejor. Por eso creo que no hay muchos teatros en la ciudad, porque no nos quieren cultos”, dice su hija María.

Durante 11 años, según María Cecilia, el teatro ha apoyado todo tipo de artes escénicas del Municipio, el país y el mundo. Han sido más de 1.400 funciones que se han presentado en sus tres salas: la Sala Principal con 952 butacas, la Sala Zaruma para un aforo de 250 personas y la Tercera Sala para 322.

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“Mantener un teatro es difícil, hace falta mucho interés por parte de la comunidad. En este gremio no existe la competencia, ya que todos trabajamos por un mismo propósito que es brindar cultura. Este espacio nos enriquece, educa, forma y crea criterio”, comenta María Cecilia.

El Sánchez Aguilar seguirá trabajando por mantenerse en la ciudad, además, ha pensado en inaugurarse para seguir atrayendo a las personas. En 2020 abrió el Café Vino Bar en el exterior, una iniciativa que nació por la pandemia de la COVID-19 cuando las personas buscaban despejarse en un ambiente al aire libre divertido, fresco y seguro.

Ahora, la intención que tiene la familia Sánchez Aguilar es inaugurar la escuela Jana dentro del mismo teatro para junio de este año. Este será un centro de artes escénicas con clases de canto, baile e interpretación para menores amantes de los musicales entre los 6 y 16 años.