No hay afiche turístico de Guayaquil en el que el protagonista no sea el Malecón 2000, situado en el centro de la ciudad, junto al río Guayas. Es la principal cara bonita de la urbe, que es visitada por turistas locales y extranjeros, pero la violencia cada vez mortifica sus calles aledañas.

El reciente hecho violento que causó terror se registró la noche del domingo 30 de julio de 2023. En la intersección con Manuel Luzarraga, en un parqueadero privado ocurrió una balacera que dejó dos fallecidos y otras dos personas heridas.

La Fiscalía General del Estado se pronunció en Twitter diciendo que se recabaron elementos e indicios balísticos y que hasta ayer no había detenidos. La Corporación para la Seguridad Ciudadana (CSCG) confirmó que se registró una balacera “entre sujetos armados”, y que coordinaron acciones con cuatro unidades del Cuerpo de Bomberos. Una pared de un edificio con dirección al Malecón quedó con orificios a causa de los tiros, que provinieron de armas largas.

Videos que se viralizaron en redes registraron el susto que vivieron visitantes y familias que en ese momento paseaban por el malecón y buscaron ponerse a buen recaudo. Queda en evidencia que ni en los escasos lugares para distraerse o recrearse en la ciudad se está a salvo. Esto también deja un sabor amargo al turismo local.

Allyson Alemán, consultora turística local, cuenta que hoy sale con precaución, aunque reconoce que el turista extranjero sigue con ganas de conocer el Puerto Principal. “Ellos (turistas foráneos) vienen con sus historias de su país, como los tiroteos en las escuelas o en parques... El tema es tan delicado, tan presente, pero hay que sostenerse de la identidad ecuatoriana y de ese amor por esta tierra no solo en donde vives, aunque no todos tenemos la misma realidad. La fe, la esperanza y el amor nunca se pierden”, resalta.

El licenciado en Turismo y docente César Santana lamenta que la inseguridad afecte gravemente a la actividad turística, ya que, argumenta, Guayaquil no tiene una gran cantidad de turistas anualmente y asevera que hay operadores turísticos internacionales que están advirtiendo de lo peligroso que Ecuador está resultando para turistas.

“La imagen del Ecuador como destino turístico ya está tremendamente afectada. Lastimosamente, desde mi perspectiva muy personal, no se observa una salida a esta situación en el corto plazo”, dice Santana.

En tanto Ricardo Carrera, quien lidera la Corporación de Profesionales en Turismo del Litoral, considera que hay zonas mucho más peligrosas que Guayaquil, y sostiene que el que cree que Guayaquil es peligroso, es porque “nunca ha viajado fuera del país”.

“Es un evento aislado, hay que ver las circunstancias... Cuando ando con mis turistas les doy las indicaciones que son las mismas en cualquier ciudad del mundo. En Guayaquil caminas por el centro y ves tranquilamente a las personas con sus celulares en mano. La parte turística de Guayaquil es segura, no tiene peligro”, dice.

La Fundación Malecón 2000 administra este punto turístico, que sirve de paso para llegar a sitios como el barrio Las Peñas o el Puerto Santa Ana. Después de lo ocurrido el domingo, publicó en Twitter el anuncio de que 120 agentes metropolitanos refuerzan desde ayer la seguridad en las instalaciones de este lugar y del malecón del Salado. Indicó que los uniformados fueron capacitados en seguridad ciudadana y se suman a los controles que ya realiza la guardianía privada en ambos lugares.

No obstante, en el entorno del malecón de la ría se han contabilizado otros hechos que a más de uno pusieron los pelos de punta. Por ejemplo, la noche del pasado 24 de julio más de 30 motociclistas pusieron a correr a quienes estaban por la calle Loja. Esto ocurrió debido a que el tubo de escape de los vehículos simulaba el sonido de disparos de bala. La mayoría corrió.

La tarde de la Navidad anterior, la puerta de una conocida cafetería situada en el interior del lugar, cerca de la calle Orellana, terminó con daños y en el piso. El responsable, según el Cuerpo de Agentes de Control Metropolitano (Cuacme), fue un hombre que acostumbraba a pedir dinero a ciudadanos, pero ante la negativa actuó de esta manera. Él fue retenido.