CENTENARIO
1. Descuido. En la calle Limber y Rosa Borja de Ycaza, las paredes de la vivienda esquinera están llenas de moho por la humedad. Y sus rejas, oxidadas y corroídas. Flor Layedra

Turismo, la carta para realzar el brillo del barrio Centenario

El Cabildo debe crear un plan de desarrollo turístico y apostar al valor patrimonial Pero primero debe declararlo barrio patrimonial de la ciudad

Si bien el barrio Centenario fue llamado así en conmemoración de los cien años de la independencia de Guayaquil, este ha pasado a formar parte del olvido municipal. Han pasado 104 años de su origen y poco ha importado su valor patrimonial.

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De este rincón del sur nació el primer barrio urbanizado de la ciudad. Aquí no vivía cualquiera, ni sus constructores lo fueron. Famosos arquitectos de la época, como el italiano Francesco Maccaferri, fueron los encargados de edificar las casas de las familias más pudientes de ese entonces, menciona Felipe Espinoza, arquitecto, urbanista y docente de la Universidad de Guayaquil (UG). Además, fue una de las primeras zonas residenciales que recibieron la regeneración urbana, pero su declive, comenta, se dio tras la mudanza de su último morador renombrado: el exalcalde Jaime Nebot.

La mayoría ha dejado sus casas por la novelería de irse a Samborondón, explica indignada Esthela Rendón. Ella vive en este sector desde hace 60. Otros han dejado que sus viviendas se deterioren, como su vecino de al frente, pero enfatiza que no todos descuidan sus casas porque “tratamos de pintar y de arreglar todo”. No obstante, no es raro ver casas abandonadas o notoriamente deterioradas.

Unas cuadras más adelante de la entrada del barrio, en la esquina de las calles Rosa Borja de Ycaza y José Estrada Coello, está la Casa Borja de Ycaza, como reza en un pequeño letrero azul. Está destruyéndose. Una rama del árbol ubicado dentro del cerramiento está por romper la ventana del segundo piso.

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2. Deterioro. Los materiales de madera de la Casa Borja de Ycaza tienen agujeros y algunos se han desprendido. En la pared lateral del cerramiento hay manchas, por el alcantarillado de sector.Flor Layedra

Atrás se nota que la madera de las pequeñas ventanas está agujereada. Y los contornos de los marcos de las ventanas están agrietados. Pero el foco de la entrada permanece encendido.

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Su vecino Nelson Garcés comenta que sus dueños están vendiendo el predio como terreno, no la casa, al aceptar que “su tiempo de vida útil ya culminó”. Otra vivienda abandonada está en la calle José Salcedo, entre General Tomás Wright Montgomery y Juan Illingworth. Por este sector hay más residencias abandonadas, dice Roberto Salazar, que incluso han sido saqueadas por los ‘hacheros’.

A Patricia Vallancela le da pena que muchas casas estén vacías. Ella reside en este sector desde hace 18 años y no piensa mudarse.

Los barrios patrimoniales solo son Las Peñas, del Salado y Orellana. La actual ley debe modificarse y ofrecer incentivos a los dueños para que no sientan que el bien es una carga.

Florencio Compte
Arquitecto, urbanista y vicerrector académico de la UCSG​

¿Pero por qué esta desidia? Por el desconocimiento de que las propiedades gozan de valor a través de los años, es decir que se revalorizan, comenta Ricardo Sandoya, arquitecto, urbanista y decano de Arquitectura de la UG. “La gente cree que estas están obsoletas, pero no es así. Hay una falta de cultura”.

BARRIO CENTENARIO

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Lo que primero se debe hacer, indica Sandoya, es rescatar la memoria de las edificaciones para darles un valor agregado a través del uso de las casas como museos, restaurantes, cafeterías, librerías y a partir de la necesidad de los usuarios de su alrededor. Para ello, se debe conocer cuántas hay y quiénes las construyeron, para saber con qué se cuenta. Con esta información es posible crear rutas.

Hay que empezar declarándolo patrimonial, señala Florencio Compte, arquitecto, urbanista y vicerrector académico de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil. A esto le suma que la Municipalidad asuma también la competencia y regule.

Hay que articular a la comunidad, ya que si esta toma conciencia del potencial que tiene su bien como patrimonio arquitectónico o urbano, surgirían ideas desde el mismo barrio.

Ricardo Sandoya
Arquitecto, urbanista y decano de Arquitectura de la UG

Con ello se cree una norma que permita que una entidad privada pueda financiar la recuperación del inmueble y, con ello, ganen tanto el propietario como la ciudad, agrega Sandoya. Además, crear actividades dentro del barrio que enlacen con los restaurantes que se han activado en la entrada del barrio.

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Todo esto implica un proyecto integral que tiene que estar dentro de un plan de desarrollo turístico, indica Espinoza, de manera que las casas abandonadas puedan ser utilizadas como espacios de ‘coworking’, bancos, hoteles de cinco estrellas o espacios para ‘souvenirs’. Para ello debe haber una regeneración en la que se adecúe el piso para que la gente no resbale cuando llueva.

Compte expone que esto se podría hacer en las edificaciones vacías que existen, considerando que muchas ya no tienen dueño, por lo que al Cabildo no le costaría expropiarlas. Pero “¿el Municipio sabe cuáles son, cuántas son y dónde están ubicadas?”. A su vez, las autoridades deben brindar seguridad y servicios, resalta Compte.

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