
Rusia reconoce al gobierno talibán: ¿Qué significa esta alianza?
Talibanes celebra que una potencia mundial los reconozca como régimen. Moscú busca consolidar aliados cerca
Rusia se convirtió en la primera potencia mundial en reconocer al Emirato Islámico de Afganistán, el nombre oficial del gobierno talibán, el pasado 4 de julio.
¿Qué implica esta alianza?
Esta es una decisión que el régimen calificó de “valiente e histórica”. En Kabul, el ministro de Asuntos Exteriores, Mawlawi Amir Khan Muttaqi, aseguró que la medida marca un “precedente positivo para otros países” y un “hito importante en la historia de las relaciones bilaterales”.
El reconocimiento se materializó después de que el presidente Vladímir Putin promulgara en abril una ley para retirar a los talibanes de la lista de organizaciones terroristas de Rusia, donde fueron incluidos en 2003 por sus vínculos con formaciones armadas en Chechenia.
Este movimiento, sin embargo, no es un hecho aislado. En los 40 meses de guerra en Ucrania han agravado el aislamiento de Rusia, que busca socios y aliados en todos los rincones del planeta. En esta nueva ‘realpolitik’ exterior, la prioridad del Kremlin es tender corredores para eludir las sanciones occidentales y asegurar suministros para su maquinaria de guerra, haciendo de tripas corazón con regímenes como los de Corea del Norte, Irán, Birmania y los propios talibanes.
La razón principal para el acercamiento a Kabul es la lucha contra un enemigo común: el Estado Islámico (EI). Uno de sus brazos, el ISPK, reivindicó el atentado que dejó 145 muertos en la sala de conciertos Crocus City Hall en marzo de 2024. Moscú confía en la ayuda de los talibanes, enemigos acérrimos del EI, para combatir a los miembros de este grupo.
A su vez, Rusia quiere recuperar viejos proyectos de infraestructura para llevar sus materias primas a Pakistán e India y encontrar una salida al Océano Índico. A cambio de energía y grano, Moscú podría acceder a las tierras raras de Afganistán, recursos donde China ya le lleva ventaja con inversiones anuales de 150 millones de dólares

Esta estrategia se replica con otros socios. Con Corea del Norte, Rusia firmó un tratado de asistencia mutua en caso de agresión. Pionyang ha enviado a Rusia un centenar de misiles balísticos y nueve millones de obuses. A cambio, ha recibido tecnología militar, como los sistemas de defensa antiaérea Pantsir S-1.
El líder norcoreano, Kim Jong-un, autorizó el envío de miles de soldados a la región rusa de Kursk y se plantea movilizar un nuevo contingente de hasta 30.000 efectivos a las regiones ucranianas anexionadas por Moscú.
Con Irán, la relación ha tenido matices. Los drones Shahed fueron claves para Rusia, pero Moscú no suministró a Teherán baterías S-400 ni aviones Su-35 para no irritar a Israel.
Mientras tanto, Putin apenas puede viajar al exterior por la orden de arresto de la Corte Penal Internacional (CPI), participando por videoconferencia en foros como la cumbre de los BRICS.