Organización. Entre otras reglas, las jóvenes tienen la obligación de arreglar sus camas y pertenencias. Además nadie se queda en cama una vez que el día empieza. Tienen actividades durante todas las jornadas.
Organización. Entre otras reglas, las jóvenes tienen la obligación de hacer tareas dentro de la casa..Miguel Canales / Expreso

Los retos de crecer cuando el hogar está fuera de casa

Jóvenes que vivieron vulnerabilidad en sus familias son acogidas por Inclusión Social Se busca capacitarlas antes de que cumplan 18 y deban irse

“Tengo 13. Ingresé a esta casa hogar el 15 de diciembre de 2019. Aún recuerdo el día en que salí de la que era mi casa. Llegaron personas a hablar con mi mamá. Ella me dijo que arregle las cosas, que me iba. No entendía muy bien qué pasaba, solo sé que días atrás le conté a un vecino una cosa”.

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Las manitos caen en su falda rosada. Las entrelaza mientras cuenta cómo llegó a la Casa Hogar Infanto Juvenil Femenino, ubicada en Aguirre y Babahoyo, en Guayaquil.

La psicóloga del centro, Jaina Espinoza, está frente a ella, como vigilante del diálogo que repasaron antes de esta entrevista. “Donde vivía, mis derechos estaban siendo vulnerados”, dice al fin. Luego va a jugar con sus amigas.

Una niña del Hogar de Infanto Femenino, en la sección de Psicología.
Una niña del Hogar de Infanto Femenino, en la sección de Psicología.Amelia Andrade / EXPRESO

Ese diciembre de 2019, el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) supo su caso. El padrastro abusaba de ella y su madre lo sabía y no hizo nada. Ahora cuenta con una medida de alejamiento. “La mamá no la puede ver. Y si no hallamos opciones donde dejarla, se quedará aquí hasta los 18”, cuenta Espinoza.

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En esta casa de acogida viven 27 adolescentes de entre 12 y 17 años. Cada una tiene una historia diferente, con dramas similares. Hay casos de abuso y extrema pobreza. Son los que más se repiten. A todas les vulneraron algún derecho (alimentación, cuidado, afecto, educación...). Son niñas que han sufrido y que ahora el Estado cuida, pero que una vez que cumplan la mayoría de edad deberán salir de aquí.

De allí que el MIES impulse una campaña para que personas altruistas con conocimientos en distintas ramas capaciten a las menores. La idea, dice el coordinador zonal, Rodolfo Baquerizo, es otorgarles herramientas para que ellas puedan valerse por sí solas una vez que deban salir del centro.

No es que se aguarda a que las niñas cumplan 18. Durante toda su estadía en la casa, donde cumplen actividades educativas, lúdicas y obligaciones de la cotidianidad, el equipo trabaja en la investigación de la familia ampliada de cada una.

La pandemia también golpeó la rutina. Ahora unas hacen educación virtual y otras asistida.
La pandemia también golpeó la rutina. Ahora unas hacen educación virtual y otras asistida.Miguel Canales / Expreso

En el caso de esta menor, explica la psicóloga, como no puede volver a su hogar materno, se evaluará la conexión con algún otro familiar, como tíos o abuelos. Si no, irá a adopción.

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La niña de la falda rosada entra otra vez al espacio de orientación de la psicóloga. Esta vez para hablar de cómo es vivir aquí. “Cuando ingresé, solo pasaba triste; pero comprendí que estoy aquí por mi bien. Me di cuenta de que aquí tenía más confianza y hasta tengo tres amigas con las que me llevo super bien”.

“Aquí hay personas de buen corazón, que nos ayudan. Afuera no sentía lo mismo. ¡Y siempre hacemos algo! Tareas... bailoterapia... conversamos… Y bueno, yo hasta estoy escribiendo mi novela. Se trata sobre una chica adoptada por una señora, a la que sus padres estaban vulnerando sus derechos. (...) Así como a mí”.

Esta campaña busca que personas altruistas lleguen a capacitar gratuitamente a las menores, para que tengan herramientas en distintas áreas y puedan ser independientes.

Rodolfo Baquerizo,

excoordinador zonal 8 del MIES

Los perfiles dificultan la adopción

La casa es grande. Hay varias habitaciones, un patio amplio, un salón, una biblioteca recién habilitada, un sector de lavandería y hasta una habitación con un televisor y tapete en el piso. “Esta es la zona de películas”, describe una de las quince tutoras del sitio.

La pandemia trastocó la vida de las niñas. Una de las costumbres era realizar un paseo al mes, pero se frenó por la COVID-19. Hoy, las capacitaciones de gente que ya colabora en el programa son una forma de aliviar la rutina.

Jennifer Alvarado, actriz y directora escénica, ahora mismo ofrece un curso de belleza y otro de actuación en la casa. “Es bueno sumar a gente a este tipo de iniciativas”, cree.

Capacitarlas en diferentes áreas es una iniciativa increíble. Se piensa en el porvenir de las niñas. Queremos que salgan a producir, que puedan enfrentar la vida por sí solas.

Jennifer Alvarado,

actriz y directora escénica, colaboradora externa del proyecto

Algunas menores del centro tienen mucho tiempo aquí. De hecho, hay niñas que primero llegaron a otra casa hogar, una infantil, y una vez cumplidos los doce años fueron trasladadas. Otras están en proceso de adaptabilidad, porque ya se descartó que algún familiar pueda hacerse cargo. Y para otras tantas será más difícil hallar salida. La situación vivida en cada historia a veces redunda en problemas psicológicos. “No es tan fácil que hallen hogar”, reconoce la coordinadora del centro, María José Zöller.

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Consciente de esa realidad nace la propuesta de las capacitaciones. “Queremos promover espacios para actividades intramurales y extramurales, para que se visualice esta realidad y den apoyo a la casa, con capacitaciones gratuitas en maquillaje, baile, artes, cine, teatro y otras disciplinas”, explica.

La salida de las niñas que no han podido ser reinsertadas en un núcleo familiar se trabaja desde que cumplen 15 años, con la construcción de proyectos de vida, en donde se logra enfocar qué pueden hacer cuando llegue la mayoría de edad, cuáles son sus objetivos o metas en la vida, explica.

La niña de la falda rosada, a quien su padrastro abusó, sabe que faltan cinco años para cumplir 18. Y sabe también que a los 18 deberá partir. No le tiene miedo al futuro. "Quiero ser detective, me gusta mucho averiguar casos. Ayudar a las personas que han sido vulneradas. Eso, o ser científica". Sus sueños la esperan.