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Escenario. Emilio Leon, un hombre transexual junto a su enamorada en un karaoke en Quito por el mes del Orgullo Gay.José Daniel

Guayaquil y Quito, lejos de ser amigables con la comunidad LGBTIQ+

EXPRESO presenta testimonios de miembros de la comunidad. Afirman que la capital es un poco más tolerante, aunque aún deben enfrentarse al murmuro

Manifestarle al mundo una simple muestra de cariño como un romántico beso o caminar de la mano mientras se pasea por un centro comercial o parque, no siempre es bien visto si lo hace una pareja del mismo sexo. Miradas hostiles, chácharas, burlas y hasta agresiones, son los efectos que la comunidad LGBTIQ+ atraviesa a diario.

Estos comportamientos y el "miedo al qué dirán" empujan a muchos a verse limitados en espacios donde no aterricen muchas personas, pues está claro que tanto a Guayaquil como a Quito aún le falta mucho camino por recorrer para llegar a ser ciudades 'friendly' con esta comunidad, que no la tiene fácil al sincerarse con su familia por terror al rechazo

En el Puerto Principal, por ejemplo, Ashley Cantos ha experimentado más de un caso negativo cuando ha decidido salir a la calle con su pareja. Recuerda que, con su novia de aquel entonces, se transportaba en un bus cuando un hombre se trepó a la unidad y comenzó a dar un mensaje de Dios, pero cuando las vio abrazadas el discurso cambió.

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"Nos asustamos, quiso pegarnos, y lo interesante es que el bus iba lleno y apenas un señor nos defendió, sin él no sé que hubiera pasado. Me sentí así como cuando vas a un espectáculo y ves a animales encerrados", relata Cantos. 

Ante este escenario, EXPRESO le consulta a la joven, que estudia Enfermería, si esta ciudad es o no amigable para las personas con su misma orientación sexual. Ella es tajante y dice que no. Sin embargo, reconoce que en medio de este panorama sí hay quienes la respetan y apoyan, aunque hay otros que hasta se crean perfiles falsos en redes sociales con el propósito de insultarla.  

Resume que así es el diario vivir y ahora que tiene novia reconoce que tras vivir esas experiencias, le asusta que les pase algo cuando están en la vía pública, sobre todo en el centro. "Me da cosa darle la mano o besarla, pero llega un punto en el que no importa y lo hago", confiesa, al precisar que no se trata del lugar sino de la cantidad de gente que esté en aquel punto. 

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Figura. Cantos espera que Guayaquil sea más amigable con las personas de su comunidad. Ella ha pasado más de una experiencia negativa en la calle.Miguel Canales / expreso

Aspira que esta realidad cambie, que a las personas no se les alteren sus expresiones faciales cuando vean a una pareja gay por la calle, que no es ningún sinónimo de raro, pues el amor viene de muchas formas

Lo mismo opina Carlos López, un chico de 25 años quien tiene que verse con su novio, Miguel, en parques como Samanes, donde no haya mucha gente, o en la clandestinidad de la noche. "En el cine, por la oscuridad, nos agarramos la mano y en restaurantes buscamos no estar tan visibles para evitar los susurros o miradas de todos", reconoce el joven. 

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En Ecuador existe la Cámara LGBT+ de Comercio y Turismo, que lanzó la primera certificación para empresas que promueven espacios laborales inclusivos para sus trabajadores. Diane Rodríguez, directora del organismo, detalló que un lugar amigable para la comunidad son las Islas Galápagos, pero precisa que no se puede dar por hecho que todos los espacios sean así. 

Agrega que en Montañita hay espacios abiertos con la comunidad, sin embargo, relata que en los últimos meses se han registrado lugares y establecimientos donde se han excluido a personas LGBTIQ+ o no se les ha permitido el ingreso.

Durante su investigación asegura que ha identificado a Quito como inclusiva con la diversidad, pero eso no ocurre en Guayaquil, pues cuando sucede un hecho inclusión "se activa el mecanismo de discriminación".

Guayaquil intenta dar pasos a la diversidad, pero es muy complicado. Falta todavía para que se identifique al menos un sector como inclusivo.

Diane Rodríguez, Cámara LGBT+ de Comercio y Turismo 

Rodríguez remarca que este escenario tendría una metamorfosis si es que el Gobierno Nacional, además si estuviera interesado en recibir al turismo LGBT, debería implementar algún programa que pueda, "fomentar el cambio de rechazo en relación a la diversidad, con un trabajo conectado con la empresa privada y organizaciones de la sociedad civil". Que los efectos se verían a mediano plazo, dice. 

Sin embargo, en Quito pareciera ser diferente el escenario, pero no lo es. Si bien existe más libertad para que las personas del mismo sexo puedan expresar sus sentimientos en el espacio público, esto no constituye que sea una ciudad del todo amigable.

Danilo Manzano, director del colectivo Diálogo Diverso, comenta a este Diario que, la organización ha levantado información sobre la violencia que reciben los miembros de la comunidad LGBTI en la ciudad y los resultados son “muy tristes”, porque los jóvenes se sienten más vulnerables en los espacios públicos.

“La ciudad de Quito se a vuelto una ciudad más violenta y menos respetuosa hacia la diversidad sexogenérica. Y éste no es un solo problema de ciudad si no nacional. Durante los últimos 15 o 20 años hemos tenido presidentes completamente homofóbicos que lastimosamente han utilizado el discurso de derechos LGBT y con el objetivo de captar una nueva cuota votante”, explica.

La ciudad de Quito se ha vuelto una ciudad más violenta y menos respetuosa hacia la diversidad sexogenérica.

Danilo Manzano, director del colectivo Dialogo Diverso

Las agresiones se viven en el día a día, hasta cuándo se acercan a realizar trámites. Emilio León es un hombre transexual y reconoce que ser un “hombre trans” le da una ventaja a la hora de caminar por las calles, porque no sufre tanta discriminación a diferencia de mujeres transexuales. No obstante, cuando deber hacer algún trámite y no lo llaman por su actual nombre se siente vulnerable.

“Cuando realicé la renovación de mi licencia al momento de sacar el turno sale aún mi nombre anterior y cuando me acerco a la dependencia de la entidad y me llaman por ese nombre. Y obvio, llaman a una mujer y aparece un hombre con barba. Todo el mundo me queda viendo y es algo incómodo porque nace el miedo de que me pueden hacer si eso ocurriera en otro espacio” cuenta Emilio.

No podemos caminar por la calle seguro de que no murmuren. Acá la gente habla de nosotros entre dientes, lo percibimos, nos damos cuenta. Y no sé si eso sea peor a que no los digan en la cara. 

Ljubica Fuentes, activista LGBTIQ+

En la capital al momento no se ha registrado un tipo de discriminación a parejas gay en algún restobar o discoteca, como lo ocurrido hace unos meses en Samborondón, provincia del Guayas. De hecho es común ver a parejas del mismo sexo divertirse en espacios considerados heterosexuales.

No obstante estos espacios exclusivos para esta comunidad han crecido post pandemia. Al momento existe alrededor de 10 discotecas en la zona de diversión nocturna del norte de la ciudad.