MERCADO CENTRAL
En el Mercado Central de Guayaquil puede encontrar desde platos típicos hasta juguetes.CARLOS KLINGER

Las historias y rincones ocultos del Mercado Central de Guayaquil

El emblemático lugar alberga incontables productos que van desde frutas hasta especias y juguetes.

El Mercado Central de Guayaquil es una radiografía del centro de la ciudad. En sus exteriores reina el caos: trancones sobre la avenida 10 de Agosto, la Lorenzo de Garaicoa, la 6 de Marzo y la Clemente Ballén; basura regada por los andenes, vendedores informales por doquier, inseguridad. El día que lo visité, una camioneta arrolló, justo frente a la entrada 4, a un adulto mayor que intentaba cruzar la calle.

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Ingresar a salvo es todo un desafío, pero, una vez dentro, el ambiente se transforma. Es como atravesar un portal, como hallarse en una cápsula que detuvo el tiempo -no tanto por la infraestructura, que es moderna tras una reciente restauración- sino por los productos que se encuentran y sus vendedores.

“Monte para baño, esencias, jabones, colonias, riegos, champú para sacar todo lo malo, toda la brujería, la maldad, la envidia. Así como existe Dios, existe el malvado y hay que limpiarse y purificarse”.

Quien habla, mientras señala los tarros y plantas que guindan en su puesto, es Cecilia Valdez. Tiene 64 años y trabaja allí desde los 20. “Saque la cuenta”, me sugiere. Su abuelo era el dueño del negocio y quien le enseñó todas las tácticas de venta que aún conserva y con las que logra ganarse la vida, todos los días, desde hace 44 años, según mis cuentas.

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Una comerciante alista paquetes de canela para vender. El costo de cada uno es de un dólar.Óscar Murillo Mojica

Me dice que la plaza debe tener unos 150 años, pero ese dato me lo corrigieron más adelante. Lo que sí es cierto de lo que me contó es que el edificio está mucho mejor que hace años.

“No era así como está ahorita, era un poco despreocupado. La gente era despreocupada, estaba feíto, no estaba así como ahora, lo han arreglado porque estaba destartalado todo, el techo era feo”, me cuenta.

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Efectivamente, el piso es de una baldosa blanca que parece que trapean constantemente y hay una buena distribución de los productos. En una parte están los pescados, las carnes, el pollo. Justo al lado los lácteos, embutidos y huevos. 

Al frente, la plaza de comidas. Más atrás frutas y verduras y más lejos la zona de esencias y condimentos. En el centro del mercado está instalada una fuente de agua que no sirve y hay celadores que rondan el lugar y que no permiten tomar fotos.

Ernesto Villacís y su esposa están en su hora pico. Son meseros de la plazoleta de comida y es poco el tiempo que me brindan para contarme qué hay de almuerzo. 

MERCADO CENTRAL
Una de las entradas al Mercado Central.CARLOS KLINGER

“Puede degustar toda la comida típica del Ecuador. Hay platos de mariscos, caldo de pata de gallina, encebollado, ceviche mixto, de camarón, de calamar, de concha; encocado de cangrejo con patacón. Hay varios precios, el más económico es de 2 dólares, cangrejo a 3 con 50 y dos por 5 dólares; y los almuerzos son económicos, a $ 2, 75”, me explica.

Él lleva once años trabajando en el mercado. Entra a las seis de la mañana, cuando se empiezan a servir los primeros desayunos y sale a las cuatro de la tarde, cuando se terminan de vender los últimos almuerzos. Igual que Cecilia, asegura que los cambios han sido positivos. 

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“Hay mucho más orden”, dice. Quien no está muy de acuerdo con las adecuaciones es Blanca Cabezas. A ella la encontré en la sección de condimentos y especias. Esa zona parece un laberinto. Los locales son muy parecidos y el aroma, fresco y variado, cautiva a los visitantes.

“La transformación a nosotros nos ha perjudicado. Antes éramos pocos vendedores de hojas verdes, maní y estas cosas, éramos como cuatro vendedores, pero ahora las hojas la venden casi todos, y los condimentos todos, antes era sectorizado, hay mucha competencia y ha bajado el negocio”, se lamenta. 

Y parece tener razón. Solo basta con caminar un poco en el lugar y, de todas partes, salen vendedores tratando de capturar clientes. Venden desde sandías hasta pilas, rosas, canastas, aceite, yogur, mantequilla, incluso juguetes. Los locales no son de los comerciantes, sino del Municipio. Según me contaron algunos de ellos, pagan un arriendo de 100 dólares cada tres meses para poder trabajar.

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Exteriores del Mercado Central, donde reina el caos vehicular y los transeúntes caminan desconfiados por la inseguridad.CARLOS KLINGER

Y aunque son muchas las personas y las historias que cautivan de este lugar, una llamó particularmente mi atención. Se trata de la señora Elsa, quien no me quiso decir su apellido. Cuando la encontré estaba empacando canela en unas pequeñas bolsas transparentes.

¿Cuánto pesan esas bolsitas?, le pregunté. “No, yo lo hago por pulso, así es la cuenta. Hay un paquetito a 50 y otro más grandecito a 1 dólar”, me dice sin dejar de lado su tarea. Ella cree, a diferencia de Cecilia, que el Mercado Central tiene unos 100 años. Ella tiene 70.

“Llevo desde que nací aquí porque mi mamá trabajaba acá. Esto existe desde que mi mamá era joven. Somos de Ambato, ella vino y comenzó a trabajar, casi toda la vida ha trabajado en este mercado y como ella falleció me quedé a trabajar con especias, porque antes vendíamos legumbres”, me cuenta.

Pero hace unos 15 años dejó atrás esos productos. Tenía que ir hasta Montebello, tomar entre dos y tres transportes para llegar, y por su edad se le empezó a dificultar. Sin embargo, sigue exigiéndose todos los días. Viene por los suburbios de Guayaquil y cada día pasa 45 minutos en un bus para llegar. Y aunque luce cansada, se siente orgullosa de su plaza.

Mercado central
El Mercado Central es una gran expensa de frutas y verduras.Óscar Murillo Mojica

“Esto ha mejorado, el mercado viejo era de otra forma, el que viene por primera vez lo ve mucho mejor que antes. Todos estamos por secciones y está más organizado”. No es fácil hablar con los vendedores de frutas y verduras. Siempre están ocupados, ya sea vendiendo, limpiando o alistando aquí y allá. Mi recorrido está por terminar y, antes de salir, empiezo a tomar fotos y videos. Un guardia de seguridad se me acerca y me increpa. Quiere ver un permiso que no tengo. Le pido excusas y me voy.

Aunque hay cuatro grandes puertas, decido salir por una pequeña abertura en uno de los rincones. Casi no se nota, y casi nadie la usa, pero es el lugar perfecto para salir de esta cápsula gigante que alberga, según Pedro Gambarrotti, jefe del Departamento Histórico y Cultural de la Unidad Técnica de Patrimonio del Municipio de Guayaquil, 94 años de historia.

  • Una edificación que es patrimonio


De acuerdo con Pedro Gambarrotti, jefe del Departamento Histórico y Cultural de la Unidad Técnica de Patrimonio del Municipio de Guayaquil, la construcción del Mercado Central se inició en 1927 y se terminó en 1929, aunque hay versiones que señalan que fue en 1923. Además, se trata de una edificación que es patrimonio. 

“Tiene elementos de arquitectura clásica, es un edificio de antes del 40, que es lo que dice la Unesco para considerarlo patrimonio. Es un edificio emblemático, pese a que el Municipio hizo otros mercados primero”, explicó el funcionario. Agregó que hace cuatro años se realizó la más reciente restauración como un esfuerzo para mejorar el orden y salubridad. “La renovación fue por necesidad. Se reorganizó a los comerciantes. Había dos pisos, y ya se imagina el caos, la limpieza que demandaba, en el último arreglo volvió a ser de una sola planta”, explicó Gambarrotti.

Óscar Murillo MojicaTwitter: @oscarmurillom

Escríbame a murilloo@granasa.ec