Monañita
. El 28 de diciembre de 2022, los niños del primer grupo de estudiantes que se beneficiaron del programa recibieron su diploma.Cortesía

Los músicos que tocan corazones en Montañita

Una pareja de colombianos atravesó el país en moto y ahora ofrecen shows y enseñan a niños de la Costa sobre ritmos y sonidos. Ya hubo graduación.

Durante el estallido social de 2019 en Colombia, cuando miles salieron a rechazar las políticas económicas del entonces presidente Iván Duque; Juan Manuel Ruiz y Edna Alarcón se conocieron y poco después se enamoraron. Salían a protestar con guitarras, tiples y bandolas a las calles de Ibagué.

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Él estaba terminando su carrera de músico en el Conservatorio del Tolima, una de las escuelas más prestigiosas de ese país, y ella trataba de sacar adelante su restaurante. Pero ni el arte ni la cocina parecían ser, en ese momento, una opción para progresar. 

Seis años atrás, Edna viajó sola a Ecuador, conoció Quito y se enamoró de estas tierras. Por eso, en julio del 2022, le propuso a Juan que viajaran hasta Cuenca en la moto que él acababa de comprar. Salieron con el tanque de gasolina lleno, con 6 dólares y 37 centavos en los bolsillos, y un par de instrumentos.

Mientras eso ocurría, a 1.421 kilómetros de distancia, Michel Castillo, artesana, cargaba a su pequeña hija Luana por las calles de Guayaquil. La situación no era fácil para ella, madre soltera. En un arrebato de ilusión y desespero, tomó sus hilos y se fue para Montañita en plena temporada turística. Allí encontró una escuela para Luana y terminó instalándose. Su hija es una niña sensible y curiosa que aprendió acrotela y que empezó a pintar mientras su mamá tejía.

Moto
Edna y Juan Manuel atravesaron Colombia y Ecuador en su motocicleta.Óscar Murillo Mojica

Entre tanto, Juan y Edna atravesaban dos países en su moto. La aventura no fue sencilla. Salieron de Ibagué rumbo a Neiva, donde sumaron unos dólares más tocando música andina colombiana, y luego continuaron a Popayán. De allí manejaron hasta Pasto, pero les robaron las direccionales de la moto. Finalmente, aterrizar en Ipiales, tocaron en restaurantes y reunieron el dinero suficiente para continuar su rumbo a Ecuador.

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“Antes de salir nos agregaron a un grupo de WhatsApp que se llama MAI (Moto Ayuda Internacional Ecuador), entonces ahí logramos conseguir algunas moto-posadas”, narra Juan.

En Quito, por ejemplo, se hospedaron en una tipografía del centro histórico, lugar que les facilitó un reconocido motero que se llama Isaac; y en Manta se quedaron en la casa de un infante de Marina. En esa ciudad costera los contrataron en Rockaleña, un bar restaurante que les permitió seguir sumando dólares para la travesía. Allí les hablaron de Montañita, así que decidieron ir hasta allá para pasar tres días, sin embargo, ya llevan cinco meses allá.

La primera semana durmieron en una carpa y cantaban afuera de restaurantes, a la espera de algunos dólares. También incursionaron vendiendo empanadas. Pero Juan es músico profesional, incluso formó parte de una agrupación en Colombia con difusión en Televisión Nacional y Edna, además de chef, era graduada en Música Andina, así que decidieron profesionalizar sus shows.

El hotel Selina de Montañita los escuchó y les ofreció hospedaje a cambio de que amenizaran los desayunos y las cenas de sus huéspedes. Así salieron de la carpa y comenzaron a estabilizarse. Afuera de ese lugar, sobre el andén, Michel y Luana vendían manillas. La niña los conoció y empezó a escucharlos, tarareando las canciones que interpretaban: sanjuaneros, cumbias, son cubano, salsa…

El sonido de Juan y Edna empezó a tomar fama en Montañita y los contratos comenzaron a llegar. “A veces uno cree que la música es solo tocar, pero hay que ponerse la camiseta y sentarse con un empresario a hablarle de números. Al empresario no le importa si usted toca jazz o si toca en sí bemol, sino cuál es el servicio que ofrece y cuánto vale”, explica Juan. 

Hoy, en un feriado, pueden salir entre 3 y 7 tocadas un fin de semana. Cada show cuesta 30 dólares y tienen un sistema de propinas en un sobre laminado con el logo de la banda y las redes sociales.

A veces uno cree que la música es solo tocar, pero hay que ponerse la camiseta y sentarse con un empresario.

Juan Manuel Ruiz, músico

Pero esta pareja quería devolverle algo al lugar que les abrió las puertas y es así que, en sociedad con el Colectivo Cultural Iguanitas, decidieron enseñarle música a un grupo de niños de bajos recursos, en los que se encontraba Luana. No tenían los instrumentos necesarios, pero sí las ganas y un lugar para reunirse, las instalaciones que ofreció el hotel Selina.

“Nosotros trabajamos con ellos como si fuera un juego. Les hacíamos muchas dinámicas de llevar las palmas, llevar el ritmo con los pies, de aprender las notas musicales por el método Kodali, que es con las manos”, explica Edna.

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. Las clases a niños eran impartidas en las instalaciones del hotel Selina.Óscar Murillo Mojica

Las clases a finales de septiembre pasado y, aunque al principio asistían todos los viernes en la tarde entre 10 y 15 niños, con el paso de las semanas el número fue disminuyendo. Sin embargo, hubo cuatro estudiantes que persistieron y que, el 28 de diciembre pasado, completaron todo el curso, que duró tres meses, y recibieron su diploma.

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“Teníamos un chico que se llama Efraín, él al principio era muy retraído, como que no hablaba, y ahora habla, canta y saluda; Darma, que el papá es francés, vivió en Argentina y ahora está acá, es súper atento y aprendió muy fácil las figuras; está Luana que es la más chiquitica de todas y también la más inteligente; y Quetzali que también es súper artística”, recuerda a sus pupilos Edna.

Michel, la mamá de Luana, notó cambios en su hija desde que ingresó a sus clases de música con la pareja colombiana.

“Hubo un cambio para las dos, me toca llevarla a la escuela y por las tardes me toca trabajar; a ella le gusta mucho la música, el cambio fue que tiene más imaginación, con el instrumento va creando según las notas que los profes le van enseñando, le enseñaron ritmos con los pies y las manos, ella practica acrotela y eso le sirvió para hacer los pasos en gimnasia”, cuenta, orgullosa, Michel.

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Una de las sesiones de Edna y Juan Manuel.Cortesía

Fue así que dos historias tan lejanas terminaron uniéndose en Montañita. Luana dice que su vida es muy linda porque ama pintar y cantar.

“Canto muchas cosas, canto la Ranita Cucú, canto el Pájaro Quintines. Recuerdo las clases porque me daban una hojita y ahí escribía, también prendí las notas musicales, aprendí a cantar y a hacer la melódica. El día del grado estuve feliz porque hice acrotela, música y me dieron mi título en un papelito que tengo en mi casa”, suelta con inocencia, y con una sonrisa en su rostro, la talentosa Luana.

Juan Manuel y Edna tienen una habitación arrendada en un barrio tranquilo de Montañita, lejos del ruido de la rumba. Viven en un edificio en donde también están hospedados unos argentinos, otro colombiano y una turca. Por estos días están preparando otro repertorio y planeando la segunda fase de su escuela de música sin instrumentos, toda una novedad.

Óscar Murillo Mojica

Twitter: @oscarmurillom

Escríbame a murilloo@granasa.ec