Malabares. Eso es lo que prácticamente deben    hacer los conductores de cualquier tipo de vehículo, para esquivar no solo baches sino grandes huecos que se han formado en la mayoría de calles de Guayaquil.

En algunos sectores la situación se vuelve más crítica por el alto flujo vehicular que soportan sus principales avenidas, como la Guillermo Pareja Rolando, que atraviesa por el corazón de la ciudadela Garzota, en el norte porteño. En ambos sentidos (de norte a sur y viceversa) se han formado grandes cráteres que obligan a los conductores a bajar la marcha de su recorrido.

“Esto arma un tráfico terrible, porque el que cuida su carro no va a toda velocidad, uno    se detiene (...) y con las consecuencias de que se dañe el carro, encima de que no son nada baratos los repuestos; así sea un carro chino, igual cuestan”, manifestó indignada Fátima Mora, al ligar su molestia con el alza del combustible.

Su desagrado fue compartido por otros conductores que a diario atraviesan por la Guillermo Pareja, en intersección con la avenida Hermano Miguel. En el sitio, tanto conductores de vehículos livianos como de transporte urbano deben esquivar grandes huecos que se han formado desde hace meses.

“Más que meses, esto ya tiene años. Esta ciudad está totalmente abandonada, han dejado hasta de fumigar. Estamos enloquecidos con tantas picaduras de mosquitos. En la época del Bigotón no había esta situación”, añadió Patricia Robles, también conductora.

Quienes trabajan por el sitio también mostraron su angustia por el exceso de velocidad y la forma de manejar de los conductores de buses, principalmente.

EXPRESO fue testigo de la maniobra que hizo un chofer de una unidad de transporte público por esquivar y no caer en un hueco de esa intersección. El carro se abrió tanto que por poco se estrella contra uno de los postes de alumbrado y casi atropella a un transeúnte.

“Eso es de todos los días, por los baches de la ciudad. Donde yo vivo, en la Ladrillera, es peor. De allá no se acuerdan”, aseguró un canillita.

En marzo de 2021 el Cabildo lanzó un plan integral de bacheo, reconformación y nuevas calles. El proyecto incluía la rehabilitación de 372 kilómetros de vías de la ciudad, con un presupuesto de 12 millones de dólares. Entre los sectores anunciados estaban la Alborada, donde se realizan trabajos en las principales avenidas, y la Garzota, en cuya arteria principal existen grandes baches.

Para este año no se ha anunciado algún plan de esa naturaleza, tomando en cuenta las declaraciones que en su momento hizo Andrés Burbano, director de Obras Públicas del Municipio. “Todos los años habrá baches por varios motivos: por tráfico, porque las cajas colapsan, porque la infraestructura de la ciudad es muy antigua (...)”. De allí que anunció “un proceso de mantenimiento durable para que el daño sea menor. Y es que vamos a intervenir las vías antes del tiempo previsto para que haya menos afectación”, aseveró el funcionario.

EXPRESO solicitó al Municipio información para conocer cuántos kilómetros de vías y en qué sectores trabajaron por la temporada invernal de 2021 y lo que va de este año. Además, datos sobre el presupuesto que se ha destinado en este 2022 para dicho fin. Hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta, pero lo dicho por Burbano se cumple y la afectación, especialmente a conductores, persiste.

“En época de lluvia, uno gasta más en repuestos, de 100 a 150 (dólares) mensuales, porque se dañan las articulaciones del carro, los brazos de las rótulas. Cada mes hay que llevarlo al taller para arreglarlo porque casi todas las calles de Guayaquil están así con huecos”, indicó Víctor Solís, quien debió bajar la marcha de su carro mientras transitaba por Mucho Lote 1, a la altura de los redondeles de la ciudadela Las Orquídeas y de Bastión Popular. Los conductores que ya saben dónde están los huecos toman sus precauciones, pero el que no conoce el sector frena bruscamente o cae en los baches sin remedio.

“En mantenimiento de la moto debo gastar unos 100 dólares, que para mí es bastante porque gano muy poco en mi trabajo”, señaló Luis Aguilar, quien se dedica a laborar en una tricimoto.

Para él, por el mal estado de muchas vías de la ciudad, el más beneficiado es el mecánico. Asegura que, en promedio, cinco motos acuden a diario para mantenimiento al taller al que él lleva su vehículo liviano. “Lo que hacen en las calles son trabajos de parche, no hacen un cambio de asfalto o algo más duradero”, se quejó el motorizado, al sostener que en el sector de la U de Bastión tienen veinte años lidiando con ese problema.