Guayaquil

“Se ha normalizado el abuso sexual hacia las niñas a un punto vergonzoso”

Rossana Viteri habló con EXPRESO sobre la mayor problemática que enfrentan las menores de edad: el embarazo y la desigualdad.

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Viteri analiza el problema y hace un llamado a que no solo las ciudades y provincias donde es más alarmante la situación “se sacudan”.René Fraga / EXPRESO
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Aunque reconoce que algunas mejoraron sus condiciones de vida, la directora de Plan Internacional se centra en la que, asegura, es la mayor problemática que enfrentan las menores de edad: el embarazo y la desigualdad. A continuación, ella analiza el problema y hace un llamado a que no solo las ciudades y provincias donde es más alarmante la situación “se sacudan”, sino que lo haga el Ecuador entero, con la ayuda de las políticas públicas y la comunidad.

- ¿Qué ha cambiado con la situación de las niñas, en especial con el tema de las madres adolescentes en los últimos años?

- La situación sigue siendo preocupante. En el país, el mayor problema que tienen las niñas y las adolescentes tiene que ver con el embarazo precoz. Ya ni siquiera hablamos de embarazo adolescente porque estamos también hablando del embarazo infantil. En los últimos 3 años, en Ecuador cada día, 7 niñas de entre 10 y 14 años dan a luz. Es decir, que con ellas se ha cometido abuso sexual. Con las niñas más grandes, de entre 15 y 19 años, otra vez estamos en 65 partos cada día. Es un problema nacional alarmante, que se da incluso en toda la región.

- En Ecuador, la región Amazónica es la zona donde el problema ha sido más latente. ¿Sigue siendo así?

- Sí, allí los índices siguen siendo altísimos. No obstante y desafortunadamente, el embarazo precoz es un problema con distintas matices, que preocupa también a la Sierra Central, Manabí, Santa Elena y Guayas.

- ¿El índice es alto también en Guayaquil?

- No tengo la cifra exacta conmigo en este momento, pero sí, la situación no es diferente a lo que está pasando en otros sectores del país.

- ¿Por qué persiste el problema?

- Por una serie de factores. Por la experiencia en la Sierra, creemos que en Oriente ecuatoriano es por la cultura y esas normas sociales que en el país normalizan la violencia sexual a un punto doloroso y hasta vergonzoso. Hay personas que llegan a pensar que es mejor que un familiar ‘se coma’ a las niñas, lo digo tal cual lo he escuchado, a que lo haga una persona de fuera. Es horrible. Urge saber entonces qué está pasando con la familia, puesto que en lugar de estar protegidas, se desarrolla un morbo y se tolera el abuso. Quizá el número de denuncias es bajísimo en relación a lo que realmente pasa porque, hay que decirlo, aún prevalece el silencio en este tema.

- ¿Se está haciendo algo para reducir las cifras de embarazo precoz?

- Como plan, hace cinco años, lanzamos en 9 provincias el proyecto ‘Zona libre de embarazo’; y en todos los territorios donde ese proyecto fue ejecutado, se redujo el embarazo de manera considerada, al 50 %, 60 %.

- Es decir, que las cifras incluso eran mayores.

- Lo eran. Sin embargo, sí podemos lograr un verdadero impacto nacional, pero para ello debemos contar con el apoyo y la voluntad política de las autoridades de Salud y Educación; que si bien han incluido nuestra estrategia en sus políticas, no han fortalecido sus programas. Al país le urge contar con un programa de educación sexual mucho más robusto. El ministerio lo tiene, pero por las normas sociales, nuestra manera de ver el mundo y por no estar capacitados los docentes para abordar el tema, se lo hace solo desde el punto de vista biológico. Y eso no es suficiente. Salud, por su parte, debe cambiar el sistema, necesita tener servicios especializados para atender a los jóvenes. Otros países, como los europeos, hace 50 años pasaban por problemas similares. Hoy eso allá ha cambiado. Crearon estrategias en todos los ángulos y eso aquí debe también hacerse.

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- ¿De qué manera?

- Eliminando los contramensajes. Aquí los chicos deben saber que pueden vivir su sexualidad de manera sana, responsable y libre. Lamentablemente, aquí nada de eso se da. Por un lado, con la moda y las películas, se les alienta a la sexualidad temprana y, por otro, se los sanciona porque está fuera de la moralidad aceptable. Y más aún, cuando se dan situaciones más complicadas, como cuando violan a una niña y esta queda embarazada, se establece que primero es la vida. Pero pregunto: ¿la vida de quién? Si la vida de esa niña está en juego... De allí que lo más saludable es conversar, una y otra vez, sobre el tema para establecer qué es lo mejor para estas niñas.

- ¿Y qué es lo mejor, desde su punto de vista?

- La postura del plan es clara. Hay que prevenir. Una niña debe estar preparada para jugar y estudiar, y no para ser mamá. Pero si eso ocurriera, más aún por abuso sexual, quien tiene que elegir es ella. Ese es su derecho, según la Convención de los Derechos de los Niños. Ella debería tener la posibilidad de decir sí quiero o no quiero.

- Pero las leyes en Ecuador no lo permiten. Abortar después de haber sido víctima de violación sigue considerándose un delito.

- Así es, aquí las leyes obligan a una niña a llevar a término un embarazo al que llegó violada, que es la peor violencia que puede sufrir una mujer. Entonces estamos en situaciones complicadas. Tanto los comités de la Convención de los Derechos de la Niñez y de la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra las Mujeres, han recomendando fuertemente al país que legisle sobre la situación, pero todos sabemos qué ha pasado. Las niñas siguen recibiendo doble sanción: son violentadas y deben llevar a término un proceso que nunca quisieron.

- ¿Considera que se debe volver a debatir el tema?

- Definitivamente. Yo espero que pronto se abra una coyuntura. Para ello, antes la sociedad debe digerir la situación y abrirse a nuevos puntos de vista. Necesitamos avanzar. El país necesita un sacudón y los ecuatorianos, todos, debemos ponernos en los zapatos de una hija o una niña muy querida para que decidan cambiar.

- ¿Qué se puede hacer desde los municipios para revertir esta realidad?

- Ellos tienen un papel fundamental y de hecho hemos logrado, en nuestras campañas, trabajar de su mano y eso es bueno. Con el Municipio de Montecristi, por ejemplo, hemos logrado aprobar una ordenanza para la prevención del embarazo adolescente y ha asignado recursos a los clubes de adolescentes que logramos conformar, para que se lleven mensajes positivos y de liderazgo a los jóvenes, y tengan recursos para mantenerse y extenderse. Nosotros le estamos apostando fuertemente a las ordenanzas locales.

- ¿Le ha propuesto a la Alcaldía de Guayaquil que haga lo mismo?

- Con Guayaquil hemos trabajado en otros proyectos. Hemos formado las escuelas de liderazgo que apuntan a que las niñas y jóvenes se valoricen y fortalezcan todas esas habilidades que no están desarrolladas ni canalizadas por su condición de género.

- ¿Cuándo, si nos atrevemos a poner un fecha, podríamos decir que en el país los derechos de las niñas no serán más vulnerados?

- Si todos trabajamos en función de ello, en cinco años los resultados podrían ser otros. Pero al ritmo en que vamos, es realmente complicado. Aún así, hasta el 2023, nos hemos propuesto que 2,4 millones de niñas en Ecuador vivan en condiciones dignas, ejerzan su ciudadanía activa y participen en los espacios de toma de decisión: en las familias, en los centros educativos, en las comunidades, en los medios de comunicación y en las esferas de poder.

Durante la entrevista, Viteri hace también énfasis en el hecho de que las niñas y jóvenes realicen actividades de hogar, incluso desde los cinco años. “Un estudio que presentamos esta semana reflejó que las que tienen entre 15 y 16 años, trabajan hasta 30 horas semanales, sin contar el tiempo que pasan en la escuela”. Es gravísimo, advierte.