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Aprendizaje. El jardín de infantes ofrece educación en valores, atención personalizada y más.
CHRISTIAN VASCONEZ

Enmita Guzmán y su jardín con un legado de más de 1.000 ‘nietos’

Enmita Guzmán ha cultivado conocimientos en infantes por casi 30 años. Pese a la pandemia no lo dejó morir. Su hija sigue sus pasos

Enmita Guzmán se siente abuela. Lo dice entre risas al referirse a los más de 1.000 niños que, calcula, han pasado por el jardín de infantes que dirige, Burbujitas, y que hoy ya son padres y decidieron llevar a sus hijos al sitio donde cursaron la educación inicial. Ella es educadora en párvulos y siempre quiso estar rodeada de los más pequeños. Una labor que lleva por casi tres décadas.

El establecimiento abrió sus puertas en 1993 en la ciudadela Urdesa, al norte de la urbe, cuando su hija, María Belén Jiménez, tenía apenas dos años. Desde entonces afirma que la formación en valores y una atención personalizada han sido los sellos de su trabajo y por los que, argumenta, sus exalumnos traen a sus hijos.

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“Vienen con ellos y es por los valores y el amor que le hemos puesto al trabajo y nuestra gran dedicación”, resalta Emmita, al recordar que casi cierra el jardín de infantes debido a la crisis generada por la pandemia de COVID-19. Sin embargo, no dejó que Burbujitas muera.

Tuvo problemas con el alquiler, como diferentes negocios que no resistieron, y determinó que ya era tiempo de contar con un local propio. Pero lo que más la motivó a no cerrar el jardín fue que María Belén siguió sus pasos, pues tiene un masterado en Inclusión Educativa.

Así fue que el jardín renació, y ya no en Urdesa sino en la manzana 221 de la ciudadela Urdenor 2, donde volvió a reabrir en agosto pasado. “Muchas compañeras no pudieron con la crisis y cerraron. Yo me sostuve gracias a Dios y pude encontrar en plena pandemia un local. Además, tengo una máster en casa”, reconoce la mujer.

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Establecimiento. Burbujitas cuenta con rincones de agua y arena, del Hogar, de lectura, de construcción, de dramatización.Christian Vasconez / Expreso

María Belén también lo tiene claro. Ella iba a estudiar Medicina, pero siempre que haya una vinculación con los más pequeños. Por eso barajó la idea de seguir Pediatría, aunque después se inclinó por los senderos de la educación, tal y como lo hizo su progenitora.

Recuerda a EXPRESO que, asimismo, le encantaba estar rodeada de niños y es por esto que en sus ratos libres, o cuando salía temprano del colegio, aterrizaba en el jardín para ayudar a Emmita. “Así pasé mi infancia y me gustó. La formación en valores y la creatividad son piezas claves”, afirma la joven mientras ingresa a uno de los salones del establecimiento con un grupo de pequeños.

Ahora, madre e hija pretenden que Burbujitas también se convierta en una guardería, pero que sea un poco diferente al resto. Ellas dan sus razones: “Aquí no queremos que el niño se duerma y vea la televisión. La idea es seguir cultivando valores, rescatar el hábito de la lectura y que la creatividad de ellos aflore”, concuerdan.

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Esperan, asimismo, trabajar con talleres didácticos e introducir a los niños en la cocina para que por ejemplo elaboren galletas, y que todo esto sea hasta las 17:00, pues el jardín funciona de 08:00 a 12:00.

Destacan que el ‘renacer’ de Burbujitas está marcado por 16 pequeños que ahora ocupan los salones del establecimiento y que se muestran contentos por los trabajos de manualidades que ejecutan, o por las nuevas creaciones que consiguen gracias al reciclaje . “Estamos renaciendo con 16 y nuestra idea no es llenarnos de niños, sino que haya un trabajo personalizado como ha sido siempre”, concluyen.

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Actividades. La propietaria de Burbujitas junto a su hija en una de las actividades del jardín.Christian Vasconez / Expreso