Parques Guayaquil
En escenarios como el de la imagen, los niños intentan jugar en algunos parques de la ciudad.JUAN FAUSTOS SANDOVAL.

La ciudad frena las ganas la aventura infantil

Hoy, por el Día del Niño, EXPRESO habla con ellos y sus padres para ver si hallan diversión en la ciudad Anhelan estar rodeados de canchas y casas en los árboles

EXPRESO ha hecho eco de las dificultades que tienen los peatones y los adultos mayores para caminar; los conductores para salir de los eternos atascos y los ciclistas para movilizarse en una ciudad donde las ciclovías aún no tienen una ruta fija. Esta vez, teniendo en cuenta que hoy se conmemora el Día del Niño, este Diario decidió hablar con ellos y sus padres, a fin de saber si Guayaquil es una metrópoli amigable, que permite que los menores (de entre 5 y 12 años) jueguen, se distraigan y rompan la monotonía en un espacio público seguro y que cubra sus necesidades. Y lo que encontró es que las opciones están limitadas. O porque los espacios están destruidos o porque el peligro los acecha.

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Hace 4 años, por ejemplo, Henry Almeida abandonó la idea de llevar a sus nietos, de 10 y 12 años, a pasear, por el centro. Ellos fueron víctimas de un asalto y desde entonces la caminata quedó anulada. “Íbamos siempre por un helado, caminábamos cuadras y cuadras y brincábamos entre vereda y vereda. Ya no hago más eso y lo extraño. Mi parte favorita era el regreso a casa, cerca de las 18:00, que el viento golpeaba tu cara. Extraño todo eso, pero qué puedo hacer. No me atrevo a ir con los niños, todo es un riesgo”, dice Henry, nostálgico.

Desde el año pasado los parques están contaminados por una plaga y no se ha hecho nada para solucionarlo. Eso también afecta, porque el entorno se ve gris, seco, sin vida.

Jénnifer Espinoza
madre de familia

Hay distintas alternativas en la ciudad para que mi hijo se divierta, el problema es la inseguridad. Sitios públicos o pagados, unos lejanos, otros no..., en todos se siente peligro.

Tyrone Veloz
ciudadano

Doménica Mejía, madre de tres menores de 7, 9 y 11 años, piensa de forma similar y lamenta esa realidad. Vive en Álamos Norte, cerca de la décima etapa de la Alborada, y asegura que la inseguridad, sumada al estado en el que están los parques, no permite que los chicos puedan distraerse. “En esta zona sí hay parques, pero ni uno solo completo. No hay juegos, no hay espacios para jugar algo tan básico como la rayuela; no hay laberintos, como había hace décadas en la Alborada. Hay canchas, que son áreas que las utilizan los adultos, y está bien porque lo ideal es que todos se distraigan. A Guayaquil le faltan espacios públicos de entretenimiento. Que uno que otro domingo cierren un tramo de la avenida Isidro Ayora, para que ahí sí los niños saquen las bicicletas, sus patinetas o scooters, simplemente no es suficiente”, advierte.

Parques Guayaquil
La falta de áreas infantiles limita a los niños, a veces, a ver simplemente jugar.JUAN FAUSTOS SANDOVAL
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A Daniel, el hijo mayor de la familia Santos Mejía, le gustaría que en su vecindario haya casas de madera en los árboles y programas para hacer excursiones. “Yo soy explorador. Tengo una lupa gigante para perseguir bichos”, dice entre risas; mientras Doménica, su mamá, precisa que para que cumpla ese objetivo uno que otro fin de semana lo lleva a Cerro Blanco.

Para los padres, la falta de espacios públicos atractivos y tan completos como el parque Samanes, ha empujado a que los menores se vean limitados a jugar en casa con las consolas de videojuego o sobre las veredas al pie de sus viviendas.

Sería bueno que la ciudad brinde más espacios culturales para niños. A los chicos hoy, a muchos, les encanta leer, se sienten atraídos por el arte, pero faltan espacios culturales.

Katherine Revelo
madre, guayaquileña

Por seguridad y a fin de que tengan opciones al aire libre y diversas, opto porque los fines de semana mis hijos se diviertan en la playa. Aquí en Guayaquil, la seguridad nos encierra.

Tatiana Suárez
madre, guayaquileña
Parques Guayaquil
Las veredas sirven de canchas ante la falta de parques infantiles y recreativos en algunos barrios de la ciudad.JUAN FAUSTOS SANDOVAL

“Un día de camping en parque Lago o el mismo Parque Histórico, en La Puntilla, son fabulosos, pero cómo llegan allí quienes no tienen auto. No hay acceso para todos y no es justo”, piensa la guayaquileña María José Pareja; al coincidir con Denisse Chérigo, quien vive en vía a la costa y cuya hija es amante de la lectura y los cómics, y añora que en ese entorno haya además de un parque público, aún inexistente, una biblioteca.

Guayaquil es hermosa, lamentablemente en estos últimos tiempos reina la inseguridad, por eso preferimos permanecer en casa. Los juegos, la distracción infantil, solo en casa.

Karina Meza,
madre de dos menores
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“Si las autoridades pasan diciendo que leyendo se descubre el mundo, ¿por qué no dotar de espacios amigables para incitar la lectura y hacerlo de forma entretenida? ¿Por qué no hay también más teatro? ¿Por qué no hay programas para que los niños, sí los niños, empiecen a tocar instrumentos en los espacios públicos, de forma gratuita? ¿Por qué no los incitan a pintar murales, pero con concepto; a fin de erradicar el vandalismo? Ser un niño no implica tener una resbaladera. Falta tanto y falta planificación para que todos tengan acceso”, argumenta Chérigo.

Depende de los recursos de cada familia para acceder a los sitios que brinda la ciudad. Para algunos serán muchos, pero para ello habrá que tener cómo movilizarse con facilidad.


María José Pareja
guayaquileña
Parques Guayaquil
Colchonetas que emanan malos olores acompañan a los niños en el parque Pierre de Coubertin, ubicado en la avenida Del Bombero.JUAN FAUSTOS SANDOVAL
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Madres como Stella Solano y Adriana Cajamarca hacen un llamado a que los sitios de distracción sean pensados en la aventura. “¿Se han dado cuenta cómo se llenan esos espacios en los centros comerciales? A los niños les encanta, las filas son enormes. ¿Por qué no plantear algo similar en terrenos públicos? ¿Por qué no construyen parques recreativos, con sogas que conecten un árbol con otro, con puentes de madera que estén en el aire, por qué no hay senderos y más árboles? Árboles gigantes”, sentencia Cajamarca, quien compró una carpa de acampar para su hijo Pablo, de 11 años.

“Me gusta ver las estrellas con mi papá. Siempre hay un sábado que hacemos parrillada y dormimos en el patio. Es increíble. Escucho hasta las ranas”, cuenta efusivo.