El olor a gasolina se mezcló con el llanto y susto de los residentes de la cuarta etapa de la Alborada y Sauces 1, en el norte de Guayaquil, después de que un estallido los obligó a huir de sus viviendas. Unos pensaron que se trataba de un accidente de tránsito y otros de un coche bomba, pero al plantarse en sus portales contemplaron la tragedia: una avioneta se estrelló llevándose un poste, el tendido eléctrico y hasta un transformador. El saldo: dos muertos y un herido.

La escena impuso a las familias a recordar el fatídico siniestro que vivió también Guayaquil la mañana del 22 de octubre de 1989, cuando un avión de combate de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE) cayó sobre varias viviendas en la manzana D-4 de la ciudadela La Atarazana, causando la muerte a 10 personas, entre adultos y menores de edad.

Fue un domingo cuando algunas naves sobrevolaban para rendir tributo a la FAE, por su aniversario de creación. El espectáculo aéreo era seguido desde tierra por centenares de personas en distintos sectores del Puerto Principal. A las 11:55, un Jaguar, del Ala de Combate No. 21, piloteado por el capitán Eduardo Arias, se desplomó y con ello la tragedia llegaba a varias familias en esa ciudadela del norte porteño.

El martes 18 de octubre, al escuchar el estruendo, decenas de personas trajeron a su mente este acontecimiento. “Era horrible. Ahora, pasa igual. El susto, el dolor es el mismo”, aseguró Laura Carrera, habitante del sector.

El siniestro fue reportado por el ECU-911 pasadas las 15:30, y no dejó a moradores heridos que, por suerte, no se encontraban en un pequeño parque del sitio, el destino final de la nave. Pero en la zona hubo quienes presagiaron que algo pronto sucedería. La avioneta sobrevolaba muy bajo, casi al filo de los techos, concordaron los lugareños.

“Pensaba que el estruendo era por un coche bomba... gracias a Dios no hubo ni los carros parqueados que saben estar fuera del parque, del lado de Sauces”, decía la moradora Betsy Villamar. Pedro Baque, otro morador, tampoco salía del asombro. “Por momentos pensé que se trató de un evento apocalítpico, y esto pudo ser peor, me paralicé al ver las llamas y los cables colgando”, narró.

Una llanta y otras partes de la nave cayeron entre las casas cercanas, y esto aumentó la dosis de temor en el vecindario. Lorenzo Calvas, gobernador del Guayas, confirmó que la rueda fue a parar en la vivienda frente al área verde. “(La avioneta) se llevó el poste y el transformador que se incinera la avioneta”, comentó el funcionario, quien estaba a la espera, hasta el cierre de esta edición, del plan de vuelo oficial del aeroplano que lo proporcione la Dirección de Aviación Civil.

La alcaldesa Cynthia Viteri estaba cerca del punto en un recorrido, y aseguró que un informe que recibió, la avioneta venía de Manta (Manabí) y que es evidente que el piloto buscó un lugar donde estrellarse y no hacer más daño. “Lo que podemos ver es el resto de una tragedia y un acto heroico de alguien que buscó no hacerle daño a los demás”, declaró.

Por su parte, Martín Cucalón, jefe del Cuerpo de Bomberos de la ciudad, indicó que la aeronave aparentemente tuvo un desperfecto. “El piloto está con vida, ha sido primero estabilizado y luego trasladado a un hospital...”, dijo.

Por su parte, la Dirección General de Aviación Civil (DGAC) emitió un comunicado en el que detalló que la aeronave pertenece a la compañía Labores Aéreas y que cubría la ruta Manta-Guayaquil. Los tres tripulantes fueron capitanes. La entidad aseguró que coordinó con personal de la Junta Investigadora de Accidentes su traslado para establecer las causas del accidente.

Mientras que, en estos dos barrios norteños, donde sus calles permanecían bloqueadas al tránsito; los residentes trataban de encontrar calma y aguardaban que se restituya la energía eléctrica. Esta vez no lamentaron víctimas del sector, pero estuvo vivo el recuerdo de 1989.