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Al igual que los de educación regular, los alumnos de idiomas también debieron pasar a la modalidad 'on line'.Cortesía CEN

Las academias de inglés y los alumnos difieren sobre la virtualidad

Los institutos dicen haberse adaptado y no ven como rivales a las extranjeras. Pero hay estudiantes que aún alegan tener problemas con el cambio

La obligada mudanza de la modalidad presencial a la virtual, debido a la pandemia de la COVID-19, parece tener un ritmo más rápido para las academias de enseñanza de inglés que para los estudiantes. Al menos, así se desprende de entrevistas con directivos de los centros, alumnos y maestros de esta área.

Al igual que escuelas y colegios, debieron pasar a lo ‘online’. Pero mientras los primeros estaban de vacaciones y tuvieron de dos a tres meses para organizar el salto; las academias de idiomas funcionan con módulos de secuencia inmediata y no tenían tanto tiempo para detenerse.

El instituto Copei dice que implementar el cambio le tomó tres semanas. El Centro Ecuatoriano Norteamericano (CEN), un día, aunque otra cosa fue el proceso de transición.

La academia Bénédict reconoce que pararon tres meses. Primero, por la incierta duración del estado de excepción; después, por la preparación interna de la nueva modalidad. Este Diario también contactó al representante local de Wall Street English, pero pese al ofrecimiento inicial, no fue posible obtener su versión.

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Los profesores de idiomas recurren a aplicaciones y actividades interactivas para mantener la atención de los alumnos.Cortesía Copei

En general, los tres tradicionales institutos afirman que su objetivo ha sido ofrecer en sistema virtual la misma calidad de sus clases presenciales.

El director académico del CEN, Eduardo Icaza, dice que ellos ya ofrecían algunos cursos especiales en línea desde 2018. Y que, tras el estado de excepción de marzo, ampliaron esa modalidad: los profesores tuvieron que compartir esa experiencia con los de los cursos regulares. “Tuvimos capacidad logística para hacer el vuelco en 24 horas”, asevera.

Mariuxi Briones, directora de Copei, recuerda que si bien ellos eran 100 % presenciales, tenían una página web y procesos automatizados. Además, alistaban un proyecto ‘blendex’, que combina lo presencial con lo virtual; y lo que hicieron fue acelerarlo.

En Bénédict, según la directora general, Mercedes Jalil, tras quedar claro que la cuarentena se extendería, empezaron a preparar a sus profesores, a ver quiénes tenían mejores equipos y conectividad, quiénes debían mejorarlos; a preparar la plataforma virtual y adaptar a ella su metodología de enseñanza. Así, volvieron a clases en junio.

Pese a ello, reconocen una pérdida de alumnos que aún no logran recuperar. Aunque evitan precisarla en su real magnitud, alegando no estar autorizados, dejan atisbarla: “Estamos con un tercio de los alumnos”, dice Jalil. “Hemos recuperado al 20 % de los que se fueron”, estima Icaza.

Yo sí siento que hay gente que sí está aprendiendo. Depende mucho del perfil del alumno, pero se ha demostrado que es posible enseñar una lengua ‘online’.

Eduardo Icaza, director académico del CEN

En Copei, la deserción llegó a casi el 50 %. “Sin embargo, luego de terminar el primer ciclo virtual (tres meses) demostramos que sí es posible continuar la educación y pudimos estabilizar el número al 30 %”, señala Briones.

En este último punto concuerdan todos. Por ello no se ven en desventaja frente a institutos o empresas internacionales que ofrecen inglés en línea desde antes. Al contrario, afirman que ahora tienen alumnos de ciudades y países a los que no hubieran podido llegar físicamente.

Sin embargo, estudiantes de distintas academias dicen tener aún dificultades con este cambio. En general, citan los mismos obstáculos de la educación regular: la falta o problemas de conectividad, de dispositivos; los ruidos y distracciones en casa...

“El cambio fue horrible”, expresa Karla López, periodista de 26 años. Señala las diferencias al hacer tareas grupales o exposiciones con personas “a las que justo se les va la conexión”. También extraña los apoyos como el acceso físico a la biblioteca y al laboratorio para practicar.

“A pesar de estar familiarizada con la tecnología, se me hizo difícil adaptarme, ya que esto es de doble vía: tanto el docente como el alumno deben conocer bien el uso de las plataformas”, alega Tatiana Lucas, licenciada en Turismo y Hotelería, de 27 años.

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Las pantallas de computadoras, tabletas y teléfonos inteligentes son aprovechados para la enseñanza de idiomas.Cortesía Copei

Los alumnos resaltan que ya no gastan en transporte ni están presionados por un horario. Pero tienen dudas sobre su avance. “No sé si realmente sea así, pero siento que aprendo menos”, manifiesta López.

Jalil afirma que se aseguran de que estén aprendiendo. No solo por la metodología de estudio, sino por los exámenes orales y escritos que toman y por encuestas que hacen entre los alumnos. “Nos ha ido muy bien en las encuestas”, acota.

Icaza dice sentir que los estudiantes sí están aprendiendo. Pero cita una forma objetiva de determinarlo: esperar a que quienes empezaron en modo virtual culminen el programa y confirmar que logran el mismo nivel o dominio que si hubieran estudiado de modo presencial.

El tiempo de atención de los niños es cada vez menor. Pero creemos que con una variedad de recursos y un instructor capacitado, podemos mantener su atención.

Mariuxi Briones, directora del Copei

LOS PROFESORES OPINAN: 'HAY LIMITANTES EXTERNOS'

Cristina León y Sandra Martínez, profesoras de Inglés con más de veinte años en escuelas y colegios de la ciudad, coinciden en que, sobre todo en niveles iniciales o entre los alumnos pequeños, es preferible la enseñanza presencial. 

Pero afirman que sí es posible aprender en modo virtual, más aún con el avance de la tecnología y las herramientas que ofrece para hacer una clase lúdica e interactiva. 

Solo lamentan que en el país aún haya limitantes externos como la baja cobertura de Internet y las fallas en la conectividad.

DATOS DE LOS TRES CENTROS TRADICIONALES DE GUAYAQUIL

  • En promedio, antes de la pandemia, el CEN tenía entre 4.500 y 5.000 estudiantes por ciclo regular, según sus autoridades.
  • El instituto Copei señala una aproximado de entre 2.500 y 3.000 alumnos por ciclo. Bénédict no facilitó la cifra.
  • Por el cambio de modalidad y efectos de la pandemia en la salud y la economía, hubo una pérdida de estudiantes.