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El marchista ecuatoriano Claudio Villanueva entrena con la aspiración de representar al país en los próximos JJ. OO.cortesía

Los renovados pasos de Claudio Villanueva hacia París 2024

El marchista ecuatoriano dice estar recuperado de las dolencias que no le permitieron tener una buena actuación en los Juegos Olímpicos de Tokio

Claudio Villanueva no olvida los aplausos ni las felicitaciones que recibió el año anterior en Sapporo, Japón, cuando terminó la prueba de los 50 kilómetros marcha en los Juegos Olímpicos de Tokio.

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Pero la ovación de los presentes a Villanueva no se dio por haber logrado alguna medalla o por haber entrado en el top ten, sino por el esfuerzo sobrehumano que hizo.

Seis meses después de la justa deportiva, el andarín ecuatoriano recordó que desde antes de empezar la prueba sabía que no la iba a poder acabar como quería, pues sus rodillas no estaban para soportar el trajín.

“A Tokio llegué lesionado. Me estaba recuperando de una rotura de los músculos isquiotibiales, tenía una tendinitis en las rodillas, pero pese a esto no quería renunciar, pues no quería defraudar al país”, expresó Villanueva, quien ahora entrena con nuevos bríos para clasificar a los Olímpicos de París 2024.

El marchista, de 33 años, indicó que las molestias empezaron antes del primer kilómetro de haber iniciado su prueba. “Sabía que eso me iba a suceder de entrada, pero nunca pensé en retirarme, pese a que el dolor era insoportable”.

Luego de 4 horas y 50 minutos, el ecuatoriano cruzó la meta, en el último puesto, entre lágrimas que conmovieron a todo el país. “Una vez que llegué a la meta me sentí frustrado, pues antes de lesionarme tenía una marca de tres horas con cuarenta y siete minutos y el que ganó lo hizo en tres horas con cincuenta. Pude haber logrado una medalla, si llegaba en mejores condiciones”.

Villanueva expresó que cuando estaba en pleno trayecto de los 50 kilómetros, el recuerdo de su padre y su hijo Santiago, de siete años, le daba la “energía” para seguir de pie.

“Mi padre se perdió en El Cajas hace 16 años y nunca ha sido encontrado, y mi hijo tiene parálisis cerebral. Por ellos sentía que debía cruzar esa meta”.

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Pero de los golpes que le ha dado la vida, el cuencano ha aprendido a ser fuerte y ahora se anima a motivar a los demás, a través de sus experiencias.

“Hasta el 2018 me tocó trabajar haciendo fletes entre Cuenca y Guayaquil. Luego me fui unos tres meses a Estados Unidos para trabajar. Pero en 2019, después de que gané la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Lima, las empresas privadas me empezaron a apoyar y me dediqué de lleno al deporte”.

Enfocado en llegar a los Juegos Olímpicos de París 2024 dice: “Confío en que el trabajo duro dará sus frutos y lucharé por una medalla olímpica”.