
Remo: Guayaquil Rowing Club forma campeones entre callos, agua y esperanza
El Club Guayaquil Rowing es semillero de remeros que entrenan sin apoyo estatal, pero con sueños de gloria
En el mundo del fútbol, un entrenamiento de Serie A es un espectáculo aparte. Los jugadores llegan en autos de lujo y todo está resuelto. Pero en el remo, la historia es distinta.
Los remeros ecuatorianos entrenan con las uñas, por pasión y sin contratos millonarios. Además de ser atletas, también son entrenadores, utileros, y hasta jefes de prensa.
Una tarde de entrenamiento
Es martes 22 de julio, 14:00. Un grupo de jóvenes sale desde Primavera 1, en Durán, rumbo al muelle. Algunos madrugan a las 05:00, otros entrenan en la tarde. Los botes viajan en camionetas, como si fueran simples tablas. Pero para ellos, el agua es un campo de sueños.
El Guayaquil Rowing Club, dirigido por Paulo Salavarría, es la cuna de estas historias. Remero y ahora entrenador, transmite su pasión a sus hijos: Julián (8 años) y Christopher (15).

De aquí salieron campeones panamericanos y olímpicos
Este club ha formado atletas como Gabriel Solá, el primer remero ecuatoriano en unos Juegos Olímpicos (Río 2016), y al equipo femenino juvenil que logró bronce en los Juegos Panamericanos de Cali 2021.
Estas medallas nacieron del sacrificio: sin recursos ni reflectores, solo con disciplina y coraje.
Las manos que reman también cuentan historias
Las hermanas Juliette (12) y María José Quiroz (10) cargan los botes como guerreras. Daniela Tadino (17) y otras chicas como Fiorella Triviño (10), Emily Baren (17), Pamela Molina (12) también entrenan con pasión. Desde los malecones de Guayaquil y Durán, los curiosos se detienen a verlas remar.
"El remo me da vida. Mi sueño es darle algo grande a Ecuador", dice Juliette con los ojos llenos de esperanza.

Un club sin sede fija, pero con corazón firme
Salavarría recuerda: "La idea del club nació tras ganar la regata Guayaquil-Posorja. Quise devolver algo a la comunidad". Hoy el club no tiene sede fija, entrenan en espacios improvisados cerca del Malecón 2000 y el de Durán. Tienen un espacio alquilado en el Parque El Lago, pero queda lejos.
Han pedido ayuda a municipios y la Prefectura del Guayas. Hasta ahora, nadie ha respondido.
"El país está futbolizado. El remo sigue esperando", lamenta el entrenador. Todo el proyecto se financia con apoyo de amigos como Roberto Gilbert y María Flor Ortiz, y con la ayuda constante de su esposa Magdalena Cajamarca.

El sueño sigue flotando en el río
Ahora se preparan para la primera Copa de Remo en el Lago San Pablo, Imbabura. Sueñan con tener una bajada propia al río Guayas. "No se gana dinero, se gana felicidad", dice Paulo.
Juliette y María José también brillan en el patinaje artístico. Su madre, Magdalena Cajamarca, no se pierde un entrenamiento.
"Lo más grande no son las medallas, sino su corazón de luchadoras", dice emocionada.
En el remo, el premio es cada callo nuevo, cada brazada, cada vez que el agua devuelve la mirada.
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