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Los integrantes del equipo ADN, quienes se llevaron la victoria en esta simbólica competenciaCortesía

La regata Guayaquil-Posorja no murió

La competencia a remo más larga y antigua del mundo se disputó de manera simbólica para seguir la tradición.

En esta ocasión la barriada de Noguchi y Colombia no se pudo reunir en la casa de Gloria Eduarte, la popular Yoyita, para disfrutar de su aguado o el tallarín de gallina, platos con los que recargaban energías antes de la competencia; las reglas de bioseguridad no lo permitieron. Sin embargo, ni la pandemia pudo terminar con una tradición de 81 años, y la regata Guayaquil-Posorja se cumplió con algunas variantes, producto de la nueva normalidad.

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También se extrañó la alegría que transmitía Samuel Franco, uno de los pioneros de Astillero Cleeveland, quien falleció en la víspera del último Viernes Santo, la fecha en la que originalmente debía disputarse la prueba.

Las yolas, que en años anteriores fácilmente superaban las dos decenas, esta vez se redujeron a tres, aunque solo dos de ellas pudieron arribar a la meta. Pocos minutos después de dar el banderazo inicial en el Malecón de Guayaquil, la embarcación de la Infantería de Marina naufragó.

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La yola de Cocodrilo Remo Club también llegó a la metaCortesía

Regatas Posorja, que había confirmado su participación, tuvo inconvenientes con su tripulación 24 horas antes y no logró asistir.

Aunque en los últimos años ya no hubo premios económicos, los deportistas que decidieron no dejar morir la tradición esta vez entraron al río Guayas sabiendo que solo se trataba de un evento simbólico, con el que se mantuvo en vigencia la prueba náutica más larga del mundo, reconocida por el libro los récords Guinness.

La historia de la regata señala que en 1959 solo estuvieron las yolas de Andes 1 y Andes 2. Hoy nos tocó mantener así mismo esa tradición.

Eduardo Dueñas, deportista.

La crisis ocasionada por la COVID-19 golpeó muy fuerte a quienes forman parte de esta disciplina. Ahora los mecenas no pudieron dar su aporte y las consecuencias derivadas de la pandemia nos privó de ver una mayor cantidad de deportistas en el manso Guayas.

Ya en la competencia, los integrantes de Cocodrilo Remo Club se vieron en la necesidad de achicar, porque el agua ingresaba de forma alarmante a su frágil embarcación. En Viernes Santo hay luna llena, pero en esta ocasión el satélite estuvo en cuarto creciente y eso afecta directamente al tema de la marea.

Peter Nielsen, entrenador de la Asociación Deportiva Naval (ADN), recordó lo que sucedió en los años 2007 y 2011, cuando se hundieron cinco embarcaciones, debido al temporal.

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Los jueces impartieron justicia en esta edición especial de la regata.Cortesía

Casi una hora y media luego del arranque, ADN alcanzó a Cocodrilo. El flujo de la corriente de la marea en contra se hizo presente en ese momento, y las dos yolas luchaban por vencer los obstáculos: el agua y la oscuridad típica en este tipo de pruebas.

El alba anunciaba el arribo de los competidores a Posorja, donde el panorama también fue diferente al de años anteriores. El comercio no se reactivó. Se conocía con anticipación que el número de participantes se vería reducido, por eso fueron pocos los vendedores que se aventuraron a ofrecer sus productos en el malecón de ese puerto pesquero.

ADN cruzó la meta con un tiempo de 7’42’’04, mientras que la yola de Cocodrilo tuvo que invertir 8’3’’52.

No hubo ni vencedores ni vencidos, pero los nombres de: Luis Quinto, Giovanny Montenegro, Romy Martínez, Guillermo Castillo y Lenin Gaibor (ADN); José Peñafiel, Francisco Mora, Milton Vivero, Joe Vargas y Eduardo Dueñas (Cocodrilo) pasarán a la historia por mantener vivo un evento que se disputa ininterrumpidamente desde el año 1940.