
Puños de cambio: Cómo el boxeo está salvando vidas en Guayaquil
El entrenador Pablo Álvarez, comparte sus enseñanzas todas las tardes en el suburbio de Guayaquil
Es el centro del populoso barrio de Cristo del Consuelo, al sur de Guayaquil. Ahí, en medio de calles asfaltadas y otras polvorosas, se levanta el complejo deportivo Ángel de María Canales, o ‘Virgen del Soto’, como es más reconocido.
El sitio, ubicado específicamente en la calle 6 y callejón Octavo, es modesto; hay dos canchas de indor fútbol y en la parte de atrás una escuela de boxeo, donde niños y jóvenes del sector intentan sortear a puños las adversidades en medio de un ambiente de violencia y vicios. Y para muestra ‘un botón’: el día en que se realizaba este reportaje, se escucharon disparos.

¿El motivo? A una cuadra, la policía buscaba a un chico que se había metido en problemas.
Pablo Alberto Álvarez Caicedo, de 64 años, es el entrenador de la escuela de boxeo. Cuenta que hace 50 años fue uno de los mejores boxeadores de Ecuador. En esos tiempos lucía un afro muy de moda en los 80. Fue campeón de Guayas y del Ecuador. No olvida que en 1985 se consagró campeón nacional. Es hermano de Roberto, quien fue campeón sudamericano.
El inicio del sueño de un entrenador de boxeo
Álvarez, desde 1995 se ha dedicado a buscar talentos en el lugar, ahora más que nunca sabiendo que las calles del Cristo del Consuelo están peligrosas.
Mientras contaba las vivencias, el ruido de otro patrullero recordaba que solo el candado que está en la puerta era la única defensa de él y de los chicos.
“La escuela de boxeo no cuenta con toda la logística, pero se defiende. Lo que más hay son ganas de sacar talentos”, dice ilusionado mientras cuenta su vida. Y es que empezó a boxear cuando tenía 8 años, vivió en Venezuela y, al volver a Ecuador le dieron la oportunidad de ser entrenador. Hoy ya lleva 10 años en esta labor. Trata de entrenar a chicos del sector para que no tengan que gastar en pasajes de bus, aunque también hay quienes llegan de otros lugares.
Los entrenamientos son de lunes a viernes, de 16:00 a 18:00. Cuando van todos, son 18 chicos; ya en tiempo de vacaciones se suman más.

Necesidades el respaldo para seguir en esta labor
Una de las cosas que a veces lo frustra es no tener todos los implementos para trabajar, acepta: “Tenemos sacos, peras, pero nos hacen falta algunos equipos. Necesitamos cuerdas, sacos, guantes. A veces usamos llantas para trabajar las piernas”.
A ratos Álvarez se decepciona al recordar que el boxeo de antes era otra cosa y que ahora la falta de apoyo es grande. “En mi época, a nosotros en la selección de Guayas y Ecuador nos concentraban por dos meses. Todo ha cambiado”.
Labor social con el boxeo en un sector caliente de Guayaquil
En un barrio donde los disparos y el sonido de las patrullas se han normalizado, el entrenador hace una especificación importante: “Aquí el deporte es el mejor pretexto para mantener a los chicos ocupados, y el boxeo es ideal. Los hace más responsables. Siempre buscamos darles todos los conocimientos para que lo practiquen de manera profesional. Muchos de los chicos ya han salido a competir”, dice Álvarez.
De acuerdo con los registros, el presidente del club al que pertenece la escuela es Eduardo Luna, un amante del boxeo. “Como institución no participamos en la Asociación de Boxeo del Guayas desde hace unos 4 o 5 años porque actualmente están cobrando por pertenecer, antes no lo hacían”, explica Álvarez, quien representó a Ecuador en Perú, Colombia, Panamá y Venezuela, este último país donde vivió durante 25 años.
Proyección hasta donde quieren llegar
Sobre lo que se viene, el entrenador tiene claro el panorama: “Aquí el boxeo sirve para rescatar a la juventud. Cada día que participan en un entrenamiento es como si los alejáramos del mundo de las drogas, de los vicios y las malas amistades. La droga ha ganado terreno, pero que Dios nos siga dando vida para seguir en la misión. Hay que tener a los muchachos con la mente ocupada, estudiando y haciendo deporte. En vez de estar vagando, deben entrenar. Además, se mantienen sanos y saludables”, acota.

Luna, uno de los principales también de la Liga Deportiva del Cristo del Consuelo, añade que “se lleva esta misión con pasión. A pesar de no contar con todo el apoyo”. Se defienden con lo que tienen para que el boxeo no muera en el conflictivo barrio. “Como directivo, da gusto poder aportar en lo que más se pueda, pero en realidad necesitamos mucha ayuda. Esperamos que las personas que puedan darnos la mano nos visiten”, dijo.
Jesús García, de 19 años, es uno de los jóvenes que entrenan todos los días: “Lo bueno de este deporte es que te mantiene sano de mente y cuerpo. Y qué mejor que practicar boxeo, nos ayuda mucho”, expresa.
James Roldán dice que el boxeo es su deporte favorito: “En mi infancia no tuve la oportunidad de entrenar, pero ahora sí y me sirve de mucho”.
Ángel Macías y Carlos González también lo practican. Para Macías, tener a un campeón como el profesor Álvarez ha sido una bendición. “Entrenar como un profesional es otra cosa. Nos moldea el carácter”.

CUANDO EL PADRE E HIJO ENTRENAN IGUALES
n Elkim y Amir Demera son padre e hijo, pero más parecen hermanos. El boxeo los ha unido aún más. “Es una experiencia linda, nos sirve mucho. Desde los 11 años mi hijo viene a los entrenamientos y esto le ha servido para madurar como persona”, dice Elkim.
Para Amir, entrenar junto a su padre es una experiencia única: “Es algo que poco se ve en el mundo del boxeo”.
Ellos llegan juntos y primero hacen la parte física. A veces les ha tocado entrenar entre ellos, pero lo hacen como el entrenador les pide, y al final salen ganando. “El boxeo es un deporte que moldea la forma de ser, te ayuda a controlar las emociones fuertes. No es pelear por pelear, es un deporte que te hace crecer como ser humano”, expresa Elkim.
Los boxeadores esperan el respaldo de personas o autoridades para seguir practicando este deporte en el centro de Cristo del Consuelo.
Al final, salimos del complejo. Se vuelve a abrir el candado. Afuera, la gente habla de los jóvenes que estaba persiguiendo la policía. Eran muchachos que iban por el camino incorrecto.
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