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Byron Guamá ganó la tercera jornada de la Vuelta al Ecuador, que se realizó entre Machachi y Olmedo. Él no tuvo síntomas de la enfermedadCORTESÍA

El alto rendimiento tras la COVID-19 es una ruleta rusa

Los deportistas pueden tardar meses en volver a su nivel. Los síntomas y las secuelas pueden condicionar el rendimiento. Otros ni lo sintieron

El regreso al alto rendimiento después de contagiarse de COVID-19 es un camino incierto. Es como lanzar una moneda al aire. Depende de tantos factores, que cada deportista es un mundo diferente. Por ello, los médicos y preparadores físicos lo explican: los estudios y tratamientos son personalizados.

Claro, hay denominadores comunes, como el aislamiento entre 12 y 15 días. En ese tiempo, los síntomas en cada deportista empiezan a marcar el procedimiento. Wendy Montiel y Juan Barriga, médicos de Independiente del Valle y Liga de Quito, respectivamente, coinciden en que si los síntomas son mínimos, ellos pueden hasta enviar una tarea de ejercicios de mantenimiento para que el deportista no se pierda tanto. En este caso, el retorno puede ser rápido y exitoso. Pero hay otro escenario, cuando se presentan complicaciones.

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Ahí, se espera el tiempo de recuperación y se hacen muchos exámenes antes de dar el alta médica y enviar al deportista al entrenamiento. Y durante ese aislamiento perderá valores fisiológicos y físicos.

El preparador físico César Benalcázar da los porcentajes de estas pérdidas cuando se deja de entrenar. 

Al dejar de entrenarse, automáticamente se baja la fuerza muscular. En dos semanas se pierde hasta el 30 %, además la resistencia aeróbica cerca de un 17 %, velocidad un 25 % y el estado físico general un 15 %.

César Benalcázar

Él explica que recuperar las valencias físicas previas a la enfermedad solo es el primer paso, ya que después debe ponerse a la par de sus compañeros. “Es un triple trabajo”, sostiene.

Montiel y Barriga añaden que no todos lo superan en su totalidad. Algunos jugadores sufren secuelas. En Independiente del Valle, contó Montiel, la sensación de cansancio fue mayor.

Juan Barriga explicó que, en determinados casos, la recuperación es más lenta después de un esfuerzo. Uno de los valores que más le llamaron la atención fue el de frecuencia cardíaca

Tras el esfuerzo, digamos que la frecuencia llegaba a 160-170, pero tras dos minutos volvía a 60. Después de enfermarse, para volver a 60 necesitaban entre cinco y seis minutos.

Juan Barriga

Todos los jugadores portan un chip cuando juegan. Eso les permite a los cuerpos técnicos verificar datos como distancia recorrida en la cancha, velocidad máxima y más detalles. Esos valores bajaron en la mayoría de casos, explicó Barriga. De ahí se puede entender el menor rendimiento y los resultados. Cabe anotar que el 60 % de los albos ya se contagió.

Pero no solo se han afectado en ese sentido. Lucas Villarruel, por ejemplo, tuvo complicaciones en su organismo y no pudo jugar un mes. Y ahora que ha vuelto, no es el mismo.

Benalcázar considera que para recuperar los valores físicos que tenían antes de contagiarse se necesitan, al menos, ocho semanas, pero en el fútbol no hay tanto tiempo.

Montiel, por ejemplo, reconoció que un par de jugadores volvieron a la competencia con menos entrenamientos de los requeridos. 

Tenían el alta médica para entrenarse. Lo ideal era que tengan más sesiones hasta recuperar los valores previos a la enfermedad, pero con las copas local e internacional había que tomar decisiones.

Wendy Montiel

Pero no todos los casos son complicados. “Algunos se enteraron de que habían superado la COVID-19 cuando se les hizo la prueba. Ellos no tuvieron problemas para seguir en el mismo nivel”, agregó Barriga.

Eso le pasó al ciclista Byron Guamá. Él se contagió, pero no tuvo síntomas, salvo jaqueca y un pequeño resfriado. “Fue como una gripe normal”. Se enteró de que tuvo COVID-19 cuando le practicaron las pruebas para juntarse al equipo nacional, antes de ir a la Vuelta a Guatemala. 

Nunca cambié mi rutina de trabajo porque no sentí debilidad. Fuimos a la Vuelta a Guatemala y de inmediato tuvimos la Vuelta al Ecuador. No he parado nada. Pasamos tranquilos, por suerte.

Byron Guamá

La atleta de pentatlón Marcela Cuaspud padeció un poco más. Ella se contagió en abril. “Estuve asilada en Bulgaria, donde competí en un Mundial. Fueron quince días encerrada. Luego trabajé en Quito y sumé los efectos de la altura. Retomé el entrenamiento lo más normal posible, pero me costó. Me sentía cansada, me dolía la espalda, tenía reseca la boca y un poco de irritación en los pulmones. Ahora ya recuperé mis marcas y el domingo (mañana) viajo a Egipto para el Campeonato Mundial. Me siento bien”, concluyó.

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