La difícil labor de trabajar y atender a los niños
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Reformulando un deseo

Ahora te quedas en casa, pero por el  trabajo, la familia sigue siendo sacrificada. La clave está en buscar el equilibro y priorizar lo importante

¿Recuerdas cuántas veces deseaste pasar más tiempo con tus hijos pero el trabajo te lo impedía?, recuerdas cuántas veces te invadía la culpa por sacrificar tu vida familiar? Ahora y de la manera más inesperada, el universo ha respondido a ese deseo de tantos padres, atrapando a la familia entera en una convivencia permanente. Claramente, ese no era el panorama de tus ensoñaciones, pero seguro pensaste… “Ahora al menos podré pasar más tiempo con los niños.”

Y resultó que los padres empezaron a descubrir que, aunque se encontraban en casa, seguían teniendo problemas para disfrutar de sus hijos debido al exceso de trabajo, la familia seguía siendo sacrificada y la culpa seguía estando presente. ¿Entonces, cuál es el problema?, ¿Será acaso que el deseo inicial estuvo mal formulado? Posiblemente.

En un tiempo en donde la información circula con agilidad, en donde todo es urgente y en donde quien nos necesite puede contactarnos fácilmente a cualquier hora, el equilibrio es el gran desafío.

Necesitamos una buena dosis de equilibrio y otra de diplomacia para marcar bien los tiempos laborales. Y aunque poco puedas hacer con ese compañero que te envía mensajes de WhatsApp a cualquier hora, sí que puedes escoger revisarlos en un momento más adecuado que no interfiera con tu espacio personal o familiar.

Lo siguiente es darte cuenta de que no todo lo importante es urgente, ni que todo lo urgente es importante. Hay que saber priorizar. Y en ese sentido lo verdaderamente importante y trascendental es la familia.

Todo el tiempo te encuentras sembrando recuerdos en la memoria de tu familia, especialmente en la memoria de tus hijos: con tu ejemplo, tus expresiones, tu escala de valores, tu apoyo ante las dificultades, incluso con tu ausencia.

Así, si dices que la familia es importante para ti, pero no logras encontrar un equilibrio que te permita disfrutar de los tuyos, no estarás demostrando coherencia en tu discurso y transmites a tus hijos un mensaje claro: la familia viene después.

Por lo tanto, si tuvieras que reformular tu deseo inicial, que sea algo como… “deseo tener la suficiente claridad de pensamiento para vivir con coherencia, equilibrando el trabajo y la familia, brindándole a cada uno el espacio y tiempo que merece para que todos podamos disfrutar de una vida plena, sin culpas ni resentimientos.”