Puná, con ‘p’ de paz, preciosura, perfección y pureza. Puná que sorprende con sus silencios y sus historias de punáes. Puná, la tercera isla más grande del Ecuador, la preferida del Golfo de Guayaquil, la de atardeceres inolvidables.

Puná de manglares y de aves, de escenarios ‘sangurímicos’, de historia. Puná de ciruela, de playas para los solitarios que ruegan un poco de distancia del mundanal ruido que criticó fray Luis de León en un poema.

La isla conquista por sus distancias cortas. Está apenas a dos horas de Guayaquil (una hora cuarenta minutos en auto y otros veinte minutos en bote, desde Posorja) y maravilla por los 15 kilómetros de playa de la costa sur que esperan al turista, luego del respectivo avistamiento de delfines, pelicanos, piqueros y demás especies que hacen de protocolo en el trayecto.

Es preferible llegar guiado. Solo los colonos que viven del turismo y se manejan en una especie de red comunitaria pueden ser los mejores guías. Hay varias asociaciones que se organizan para transporte, hospedaje y recorridos en bote y a pie. Solo debe contactarlos vía web o telefónica.

Puná es un parque natural y, así como enamora su estructura geográfica, lo hace su gente cálida, hospitalaria y con grandes dotes para la cocina típica del mar. Vaya, descanse, tómese un respiro en las habitaciones que tienen como vecino un acantilado. Respire a la isla, es un regalo de Guayaquil.

En la playa de Subida Alta, hay cabañas rústicas con hamacas y una decoración hecha de reciclaje, con amor y un toque de humor. No puede perderse esos detalles, tampoco los cocteles repotenciados por una familia de colonos durante la pandemia. Sí que aprovecharon el tiempo.

Luego de disfrutar de la playa, es imprescindible que conozca la isla hacia adentro. Sus innumerables caminos pueden ser un verdadero viaje hacia la historia, a pie o en bicicleta. Están llenos de bosque tropical, estuarios y esteros. Hay desde restos arqueológicos hasta estructuras rocosas que parecen haber estado al fondo del mar hace millones de años. Y hay manglar, tupido, de hasta 15 metros, como el que nunca vio en su vida.

La isla

• Cultura. La pesca y captura del cangrejo está entre las actividades más comunes de los habitantes de la isla.
• Arqueología. Existieron asentamientos humanos de los punáes, población indígena de la Costa del siglo XV. Hay huellas de aquello. Lleve a un guía.
• Ecología. Hay una gran variedad de especies marinas y al menos 28 de aves.
• Contactos. Como los promotores se organizan por turismo comunitario, una búsqueda rápida en redes con la clave “turismo Puná” lleva a varios portales.

Tome nota

• Idioma: Español.
• Clima: Tropical.
• Transporte: Hay estacionamientos en Posorja, si organiza el viaje con tiempo. Luego cruza en lancha con su guía de la comunidad. Hay varias asociaciones. Cuadre movilización interna.
• Coordinación: El dirigente y colono César Solano puede ayudarlo con guías a su arribo. Su número: 096-962-1052.
• Documentación: Le solicitarán el certificado de vacunación.
• Economía: Todo es exageradamente barato, pero hermoso y de calidad.
• Hospedaje: Debe programarse. Hay habitaciones frente al mar desde $ 15.
• Equipaje: Lleve protector solar y todo para el chapuzón. No olvide proveerse de suficiente agua.

El dato

Puná tiene 920 kilómetros cuadrados de extensión. Es la tercera isla más grande del Ecuador, después de Santa Isabel y San Cristóbal, de Galápagos. En 2009 fue declarada área protegida por los ecosistemas que ofrece. El manglar y el bosque seco, intervenido en un área de 4.533 hectáreas, son su mayor atributo, además de su historia.

¿Ideas?

¿Quiere sugerirnos algún destino? Puede escribir a moncadab@granasa.com.ec o llamar al 042201100.