Fuegos Artificiales
Representación del uso de fuegos artificiales y la vida marina.IA

Fuegos artificiales y el mar: una relación que deja huella y lleva a la reflexión

Colectivo Cabos regala un mensaje al público sobre los efectos ambientales que deja la pirotecnia

Cada 31 de diciembre, el cielo se ilumina para dar la bienvenida al Año Nuevo. Los fuegos artificiales se han consolidado como una tradición casi incuestionable: sinónimo de celebración, despedidas y nuevos comienzos. Sin embargo, mientras la mirada colectiva se eleva hacia el espectáculo de luces, poco se reflexiona sobre lo que ocurre en dirección contraria, especialmente en el mar.

La pirotecnia no solo produce destellos y color. En su composición alberga sustancias químicas como percloratos y metales pesados (cobre, bario, estroncio y aluminio) que, tras los eventos masivos, terminan depositándose en cuerpos de agua cercanos. 

Estudios científicos han evidenciado que, luego de espectáculos pirotécnicos, los niveles de perclorato en el agua pueden aumentar entre 24 y hasta 1.028 veces por encima de lo normal, tardando semanas en volver a valores cercanos a los habituales.

Estos residuos químicos se disuelven con facilidad en el ecosistema acuático, afectando la respiración, el metabolismo y el sistema endocrino de peces e invertebrados. Además, se bioacumulan en la cadena alimenticia, lo que implica que su impacto no se limita al ambiente marino, sino que eventualmente puede alcanzar al consumo humano.

A este daño se suma el impacto sonoro. Las detonaciones generan ondas de presión que se transmiten con mayor intensidad bajo el agua que en el aire, provocando desorientación, estrés, alteraciones reproductivas e incluso daños físicos en distintas especies marinas.

¿Cómo respondió 'Colectivo Cabos' ante esto?

Ante este escenario, Colectivo Cabos, organización que desde hace más de cinco años trabaja en las costas ecuatorianas recuperando cabos de pesca abandonados e impulsando una economía circular, plantea una reflexión necesaria. “El nivel de alcance no podemos definirlo previamente, sin embargo tenemos la convicción de que son el tipo de conversaciones que debemos detonar precisamente en estas fechas”, señalan desde el colectivo.

Fuegos artificiales
El fuego artificial es la integración de varios peces. Una relación entre la vida marina con la pirotecnia.CORTESÍA

Y es que, históricamente, el debate en torno a los fuegos artificiales se ha centrado casi exclusivamente en la contaminación acústica o en los riesgos derivados de su mala manipulación. “Normalmente los juegos de artificio se han instalado como una festividad que no mide su impacto, más allá de la contaminación acústica o los peligros de su uso”, advierten.

Sin embargo, “poco y nada se ha conversado desde la perspectiva del daño que hace en el ecosistema cada año”, especialmente en el mar, donde los residuos químicos y sonoros se acumulan de forma silenciosa pero persistente.

Desde Cabos reconocen que este diálogo recién comienza, y que precisamente ahí radica su importancia. “Sabemos que esto está recién partiendo, y eso es lo que hace falta”, afirman, insistiendo en la necesidad de “empezar a sembrar conciencia con datos, con información real de los impactos negativos que una práctica tan arraigada nos está ocasionando a nosotros mismos”.

Porque el daño no proviene de un solo evento, sino de su repetición anual y masiva, que se suma a otras presiones como el cambio climático, la sobrepesca y la contaminación plástica. Celebrar no debería significar dejar residuos en uno de los sistemas naturales más antiguos y frágiles del planeta.

El mar no es parte del espectáculo. Es parte de nuestra vida”, concluye el mensaje que Colectivo Cabos busca instalar de cara a un nuevo inicio de año.

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