Profesores maltratados
Estudios. Los padres, profesores y escuela deben estar en armonía para un mejor aprendizaje de los jóvenes.Canva.

Docentes bajo presión: el maltrato que viene de estudiantes y padres

El maltrato hacia docentes en Ecuador ha aumentado tras la pandemia, evidenciando una pérdida de respeto en el aula.

“El confinamiento rompió el vínculo entre docentes y estudiantes”, afirma Ángela María Romero, profesora de la Especialización en Educación y Orientación Familiar de Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Durante la pandemia, la virtualización de las clases redujo la interacción directa, lo que deterioró no solo el respeto en el aula, sino también la capacidad de los maestros para establecer normas claras. Según un estudio ecuatoriano de 2024, el 91% de los estudiantes no aceptaba consignas durante las clases virtuales, lo que evidenció una resistencia generalizada a la autoridad del docente.

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Romero advierte que el retorno a la presencialidad no trajo consigo la armonía esperada. “Se presentaron desajustes emocionales, pérdida de habilidades sociales y un aumento en comportamientos disruptivos”, comenta. A esto se sumó la falta de reconocimiento del rol docente por parte de padres y estudiantes. La pandemia no solo cambió el modo de enseñar, sino que dejó cicatrices profundas en las dinámicas escolares, transformando el aula en un espacio tenso donde el respeto es ahora una conquista diaria.

En este escenario, la vocera señala que “el maestro necesita reconectarse con su vocación, pero también ser acompañado en el proceso con apoyo psicoemocional”. Considera urgente una formación continua que incluya habilidades socioemocionales, técnicas de resolución de conflictos, mediación escolar e inteligencia emocional. “Muchos docentes no están preparados para intervenir en casos de violencia, y eso los hace vulnerables”, enfatiza.

Programas de educación familiar como posible solución

La solución, explica Romero, debe ser integral: no basta con capacitar al maestro si no se involucra al resto de actores. Sugiere implementar programas de educación emocional para estudiantes, fortalecer las competencias parentales a través de escuelas para padres, y generar espacios de conciliación entre todos los miembros de la comunidad educativa. “La cultura del buen trato debe ser transversal y vivida por todos, desde el personal de limpieza hasta los directivos”, agrega.

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Un dato que refuerza la urgencia del problema es que entre 2022 y 2024 se registraron 1.195 casos de acoso escolar en Ecuador. La cifra, reportada por el Ministerio de Educación, evidencia que el aula, lejos de ser un lugar seguro, puede convertirse en un campo de conflicto si no se actúa de forma coordinada. “O educamos con respeto o normalizamos la violencia”, concluye Romero, convencida de que la escuela debe ser un espacio donde se aprenda, sí, pero también donde se cuide.

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