Buenavida

La asombrosa vida de Alberta Vallarino

Ciclista extrema e instructora de rebote, la vida de esta súper deportista es un compendio de sorpresas que SEMANA desentraña para sus lectores.

Alberta Vallarino
Es una apasionada por el deporteCortesía

Fue en Manglaralto donde conoció la adrenalina de las olas y el surfeo, también fue campeona de ajedrez a los 13 años, reina del club de fútbol y de la Península; allí aprendió a cultivar la tierra y cocinar como los dioses de la mano de su madre; además en ese lugar se hizo buzo de rescate y ha practicado ciclismo extremo por más de 15 años. Y ahora, es donde se permite momentos de sosiego ya no con esa intensidad abrumadora de hace años… Y este ¡es tan solo el principio!

“A los 14 años trabajaba en la finca de un amigo de la familia en Olón y como no había nadie araba la tierra en bikini, escuchando música con un walkman. Me prestaba su tractor para regresar a la casa y antes de trabajar iba a surfear muy temprano en la mañana. Yo era feliz con mi ‘cuadrón’, como le decía. Así empieza mi pasión por los deportes… Llegué a tener licencia de buzo de rescate e hice un programa para niños que se llamaba ‘La cámara submarina de Alberta’ en TV Patín y en Ecuavisa”.

Activa y aventurera por naturaleza, su pasión por los deportes al aire libre se extendió al ser una de las primeras mujeres en el país en hacer ciclismo extremo, lo que sin duda le cambió la vida.

¡A rebotar!

En Guayaquil, ciudad donde nació y se ha desarrollado profesionalmente, encontró en el negocio del catering un oficio que le significó 10 años de arduo trabajo. ¡Alimentaba a 1.300 personas 364 días al año! Con ese ritmo altamente desgastante, Alberta decidió vender el negocio con el afán de encontrar otro sustento que se acople al estilo de vida que añoraba.

Así empezó un cambio de vida significativo al encontrar casualmente unas botas de rebote que llamaron su atención por internet: “Al entrenar con estas botas empecé a tener otra tonificación muscular, mejor estado físico y mayor pérdida de grasa corporal en poco tiempo”. En esa época, Alberta ya había cambiado drásticamente su alimentación por una grave condición médica y notó que algo inusual había sucedido en su cuerpo al correr todas las mañanas con sus botas de rebote.

Pronto, la deportista emprendió en este negocio al lograr la distribución y venta exclusiva de la marca Kangoo Jumps. Creó la franquicia deportiva ‘Brinko’, no sin antes realizar numerosos cursos en Estados Unidos, Europa, Argentina y México para prepararse como instructora certificada de rebote. En el proceso introdujo más de 3 mil pares de botas en el país y montó un local en Samborondón.

“Nunca olvidaré cuando entró mi primera cliente al local y me preguntó: ‘¿De qué se trata esto?’. Ella resultó un pilar muy fuerte y fue parte del equipo en el primer mundial en el que participamos en España y luego en 2 latinoamericanos en Cancún, en donde llegamos a quedar en primer lugar en el año 2019. Fueron las últimas competencias debido a la pandemia”.

Durante 5 años la deportista se dedicó a investigar y procesar información sobre ‘rebotología”, conocimientos que condensó durante la pandemia al crear el curso más completo a nivel internacional que sigue una comunidad ampliada en diferentes países del planeta: “Es en la reacción donde está el secreto de los beneficios que esta ciencia causa a nivel anatómico, fisiológico y psicológico. Mi curso de rebotología y ahora mis clases virtuales gracias a este nuevo orden globalizado, se han hecho reconocidos mundialmente”.

Alberta Vallarino, deportista
Alberta Vallarino, instructora de Kangoo JumpsCortesía

Frente al cáncer

A sus 47 años, regia y llena de vida es difícil de creer que luchó contra un cáncer de útero grado 4 a los 32 años. No es su tema favorito y en cierto modo lo ha bloqueado, porque afirma que “¡lo pasado pisado!”, pero acaba por reconocer que se salvó gracias a un científico sudafricano que llegó al país como refugiado político y quien aseguraba haber creado la cura del cáncer. Cierto o no, Alberta confió ciegamente en él y 18 meses después le dieron de alta: “Me cambió drásticamente la dieta. Cero azúcares y me dio un tratamiento 100 % natural untándome una pasta negra en la pierna que se llama cansima y tomando unas gotas de oliendra -que existe en la Amazonía-. Fueron meses durísimos, fue como pasar por quimioterapia pero de forma natural. Han pasado muchos años y jamás me acuerdo de este episodio”.

Su cocina en Masterchef

Con la herencia culinaria de su madre -Isabel Pérez Cereceda- quién tuvo varios negocios gastronómicos en la costa, Alberta fue desarrollando sus propias destrezas que asombraban en su entorno. Tanto, que hace poco sus amigas la acorralaron para que cocine un plato mientras ellas la grababan con la intención de que participe en la próxima edición de Masterchef Ecuador. Entre risas y una confabulación bien lograda, fue elegida entre cientos de participantes en dos rondas: “Estoy en el reality más importante de cocina del mundo. Escogida entre muchísimos aspirantes de todo el país y ¡solo entramos 60! Estamos en grabaciones ya un mes y sigo viviendo la experiencia de estar en las cocinas de Masterchef Ecuador. ¡Veremos qué pasa!”.

Alberta Vallarino en compañía de sus hijos
Junto a sus hijos Luis Alberto y Daniela Amador.Cortesía

Cara a Cara

¿Rebotar hasta el final?

Yo quiero seguir rebotando el resto de mi vida y de esta manera aumentar el tiempo de vida útil de mi cuerpo gracias a no tener impacto a la hora de usar las botas sobre cualquier superficie y actividad que prefieras como correr, bailar, entrenar o tan simple como caminar. Siempre y cuando tengas la resistencia adecuada para tu peso y tu intensidad de pisada. Por eso siempre que quieras empezar en esta modalidad debes acudir a un experto en rebotologia.

  • ¿Cómo se ve en 10 años?

Creo que todo está en la actitud y no en la edad, así que seré la misma con 10 años más, sumergida en disfrutar la vida, aprovechando el presente y definitivamente enterrado el pasado.

  • ¿Cómo es su día a día en la actualidad?

Grabo clases de las diferentes técnicas y lo hago ¡a la hora que tengo ganas! ya no debo de madrugar de lunes a viernes. Trabajo en la comodidad de mi casa desde la pandemia. Sigo practicando el ciclismo de montaña, me gusta remar paddle board y surfeo en Montañita cada vez que puedo. Mis hijos -Luis Alberto y Daniela Amador de 21 y 18 años-, están grandes, acabo de dejar a mi hija en la universidad en España y fue durísimo separarme de ella. ¡Tengo el síndrome del nido vacío! Pero Tito es un gran compañero y trabaja conmigo. Estudia una carrera afín y me ayuda en todo: editar videos de las clases, la publicidad, manejo de redes, edición y traducción de los cursos de rebotología y más.

  • ¿Abierta a volver a enamorarse?

He aprendido a reconocerme y aceptarme como soy. Me caigo súper bien, me gusta como soy, acepto mis defectos y trato de mejorarlos todos los días. Estoy enfocada en hacer lo que me gusta y ser independiente económicamente, así, el día que alguien llegue a mi vida y lo deje entrar es porque quiero y no porque necesito.