Vulnerables
La economía ecuatoriana se maneja con tal estrechez que no hay margen ni siquiera para imaginar qué pasaría si China cierra definitivamente las puertas de su mercado al camarón ecuatoriano. Las cifras de exportación de este producto, además de millonarias, son uno de los pilares nacionales y pugnan con distancias cada vez menores con el banano por el primer puesto en la balanza comercial no petrolera. Que China suspenda la importación del crustáceo nacional por excelencia no es solo una cuestión de comercio exterior. Hay sensibilidades diplomáticas en juego.
Ecuador trata de explotar públicamente las grandes cualidades de sus productos de referencia, como pasa con el banano, el cacao o el camarón. Pero lo excelso de su producción no debería reñir con gestos diplomáticos y un tono de prudencia en su relación con el exterior para, precisamente, poder intermediar en estas situaciones desde un punto de partida libre de cualquier fricción. Sobre todo, cuando se trata de países con el peso poblacional y comercial de China, que ya han tenido sus idas y venidas en otros ámbitos de la relación bilateral, como la pesca, la contratación pública o el endeudamiento.