El votante elige con el corazón

El votante elige con el corazon

Las encuestas y los grupos focales son herramientas muy imprecisas. Únicamente capturan los pensamientos conscientes del elector. El neuromarketing tiene el 99 % de confiabilidad.

Para ganar hay que enamorar. Estremecer las fibras más profundas de esa persona y emocionarla hasta llegarle al corazón. Esa regla es básica en política, y más si quiere ser el próximo presidente de Ecuador.

En las elecciones manda el corazón y no la razón. El votante, en general, es emocional. No piensa... siente. Es la primera y más importante conclusión de la neuropolítica, aplicación de la neurociencia que estudia los procesos cerebrales en este ámbito.

Eduardo Reinoso, referente en Neuromarketing y experto investigador del comportamiento humano, CEO de Profits Consulting Group y embajador en Ecuador de la Asociación Mundial de Neuromarketing y Negocios, resume cualquier estrategia de campaña en una frase: “Si quieres captar el voto, primero debes emocionar y luego argumentar”. El votante ecuatoriano promedio es, a su criterio, muy emocional. Se deja llevar por sus sentimientos al momento de elegir a uno u otro candidato. Pero ¿cuáles son los sentimientos que mueven al elector ecuatoriano? “La alegría, la pasión, la esperanza... Lo que están buscando inconscientemente es un héroe que lo salve de la situación en la que se encuentra”, concreta.

Las emociones básicas que influyen en el ser humano son siete (alegría, tristeza, miedo, enojo, ira, desagrado y sorpresa). De estas, según Reinoso, seis ya están presentes en el ambiente electoral. La novedad, precisa, es que no son producidas por ninguno de los candidatos, sino por otro actor: el presidente Rafael Correa. En el caso de sus simpatizantes activa dos: alegría y sorpresa. Y en sus detractores, cuatro: ira, desagrado, enojo y miedo. “En nuestros estudios hemos concluido que ninguno de los candidatos logra canalizar por ahora las emociones. El elector, cuando se emociona, lo codifica como confianza al candidato”.

Lis Paredes de Buijs, licenciada en Psicología, máster en Estudios Humanísticos, socia y gerente general de la empresa Mind Advisors dedicada a estudios basados en neuromarketing, considera que el candidato que quiere llegar al elector ecuatoriano debe apelar a tres emociones: miedo, ira y alegría. “El autor Drew Westen en su libro ‘Political Brain’ habla extensamente de estas emociones y habla de que las campañas exitosas son las más irracionales. Es lo que acabamos de ver con el triunfo de Donald Trump (en Estados Unidos)”.

Los argumentos y el plan de trabajo, según Paredes, son secundarios para ganar las elecciones. Lo primero que necesita un candidato, prosigue, es saber cuáles son las emociones subconscientes de la población y tener la capacidad de hacer vibrar esas emociones en los electores. “Para lograrlo, hay un requisito indispensable: escuchar, tocar, comer y bailar con la gente”, prosigue.

Mind Advisors estudió los discursos de los candidatos presidenciales Lenín Moreno (Alianza PAIS), Guillermo Lasso (CREO), Cynthia Viteri (Partido Social Cristiano), Paco Moncayo (Izquierda Democrática) y Dalo Bucaram (Fuerza Ecuador). Concluyó que sus discursos, hasta el momento, no logran el impacto suficiente en el cerebro. Aún no están activando poderosamente las emociones citadas, relata Paredes, aunque tienen un importante margen de mejora. “Sobre una escala de 10 puntos en mediciones neurocientíficas el mayor puntaje logrado ha sido 7,3”, precisa.

Si de momento no existe un vínculo robusto entre el candidato y el elector, ¿de qué deben hablar los candidatos para empezar a crearlo? Reinoso responde: dinero (sueldo, poder adquisitivo, economía), vivienda, empleo, seguridad o control de las drogas. Ahora, existe la posibilidad de que apelar a las emociones a través de esos temas no logre tender un puente entre el candidato y el votante. Aquí surge el plan B: el miedo. Reinoso explica que el cerebro humano tiene una especie de segundo comando que opta por votar por miedo cuando no siente que ninguno de los postulantes movió sus sentimientos.

Es por ello que cree que, de haber una segunda vuelta, el elector tendrá que sopesar entre dos temores: “A que Moreno no pueda solucionar los problemas actuales o a volver al sistema anterior a la presidencia de Correa”.

Las recientes investigaciones de Reinoso revelan que el votante quiere esperanza, “pero no significa que la tenga”. “Hoy las personas vivieron un tiempo democrático de un sistema y luego vino Rafael Correa y lo cambió. La pregunta es cuál de los dos sistemas le ha hecho más sentido a las personas. Estamos hablando de un votante muy herido y que votará por miedo”, augura.