Reencuentro. Gabriel se mostró alegre de ver a su familia, en especial a su pequeño hijo que estaba enfermo.

Volver de un mar de angustia

El Guayas terminó su crucero de cuatro meses. Algunos marineros vivieron un drama en los días en que no podían saber sobre las dificultades de sus familiares.

Regresar a casa y ver a su familia nunca había significado tanto para Gabriel Valarezo Pérez, de 30 años. Él es parte de los 169 tripulantes que llegaron ayer a la ciudad abordo del Buque Escuela Guayas, luego de una travesía de instrucción internacional de cuatro meses.

Cuando el buque se despidió de Guayaquil, el pasado 16 de mayo, su esposa acababa de dar a luz y sus otros dos hijos tenían un excelente estado de salud. Todo cambió durante los 112 días que duró el viaje por cuatro países.

Días después de su partida, su hijo de dos años empezó a tener dolores abdominales. “Pensamos que era apendicitis”, recuerda Verónica Sornoza, la madre del menor. De inmediato lo llevaron al médico y luego de una operación le comunicaron que habían encontrado un tumor entre el intestino grueso y delgado de su hijo.

“Fue duro y difícil, porque tener a tres niños y quedar sola es complicado, más con una noticia como esa. Además estaba preocupada al pensar cómo él podía reaccionar”, menciona.

A Verónica le tomó una semana encontrar las palabras adecuadas para contarle a su esposo lo que estaba pasando.

“Me contactaron cuando salíamos de Norfolk (Estados Unidos), así que estuvimos incomunicados como 10 días. Cuando llegamos a Boston me dijeron que lo habían operado y que le habían encontrado ese tumor. Teníamos que esperar los resultados de unos exámenes, así que no supe nada del tema luego de 26 días, cuando llegamos a Quebec, en Canadá”, recuerda Gabriel.

“En ese momento me sentí destrozado, hasta quería bajarme del buque”, reconoce.

El apoyo de sus compañeros y de sus jefes fue vital durante el tiempo en el que estaban en el mar. Un par de veces le permitieron utilizar un teléfono satelital por pocos minutos para que pueda llamar a su esposa y descartar la existencia de alguna otra mala noticia.

Los médicos detectaron que el tumor no es maligno, pero dijeron que el pequeño debe seguir en tratamiento.

Como él otros de sus compañeros vivieron momentos de tensión, tristeza y desesperación por no saber de sus familiares que quedaron en tierra. Uno de ellos recibió la noticia del fallecimiento de su abuela cuando navegaban por el Pacífico. A otro, en cambio, le contaron que su hija había nacido mientras recorrían el Caribe.

“Mi nena nació el 15 de agosto. Ese día salíamos de Cuba y estaba preocupado por las complicaciones del parto, pero todo ha salido bien”, cuenta Gustavo Castro, quien es parte de la orquesta Guayas. Además, recuerda que hace dos años le tocó vivir la misma situación con su hijo mayor, pero en esa ocasión regresó a Guayaquil diez meses después.

VOCES

Byron Cujilán, cocinero del Buque Escuela Guayas

Es bonito reencontrarse con la familia luego de tanto tiempo. Me he alejado de ellos por tierra, pero nunca por mar. Esta travesía es mucho más difícil, sientes que te pierdes de más momentos.

Gustavo Castro, tripulante del Buque Escuela Guayas

Mi primer hijo nació luego de 15 días de mi salida. Yo lo vine a conocer después de 9 meses y medio. Yo estuve pendiente de mi esposa, pero era complicado cuando estábamos viajando. Esto es difícil.

Vilma Fiallos, fue a recibir a su hijo quien llegaba en el buque

Es la tercera vez que mi hijo viaja en este buque y cada vez es más difícil que la otra. Uno se prepara, pero no es igual. Le doy gracias a Dios que ha llegado bien y que puede estar con nosotros.

La Llegada

Un viaje para celebrar el aniversario

Por trigésima ocasión, el Buque Escuela Guayas realizó un recorrido internacional, con el que celebra sus 40 años sirviendo a la instrucción de los marinos ecuatorianos.

El periplo, denominado ‘Atlántico Norte 2017’, contó con la participación de 21 oficiales, 90 tripulantes, 57 guardiamarinas y un servidor público. Además, 16 mujeres eran parte de los nuevos marinos que hicieron el recorrido de instrucción.

“Esta travesía sin duda habrá sido el mejor escenario para forjar su carácter y para afirmar su vocación marinera”, les dijo el contralmirante Darwin Jarrín a los nuevos navegantes.