La voluntad de ser libres

los existencialistas, especialmente Jean Paul Sartre, filósofo de la libertad y la razón, me enseñaron, mientras estaba preso en la Penitenciaría del Litoral, sobre los caminos de la libertad y aquello de que “el hombre está condenado a ser libre”. (También sobre el ser y la nada.)

Desde antes, mi padre había llenado mi corazón y mi cabeza contándome sobre la tradición libertaria de la que veníamos los ecuatorianos. Los bravos huancavilcas eran mi guía de comportamiento libérrimo, tal cual el de Quisquís y Calicuchima, y por supuesto, Rumiñahui, el indómito Ati Pillahuaso II. Ya sabía de Espejo y obviamente de Alfaro, que formaba parte, junto a Juan Montalvo, de aquella necesidad de ser rebelde con los tiranos.

Por eso el 10 de Agosto de 1809 es una de las fechas que conservo cuidadosamente en mi panoplia cívica. Siempre he tenido como motivo de sano orgullo aquello de que Quito haya sido reconocida y denominada Luz de América y siempre he considerado que es una necedad estulta disputarle esa gloria a nuestra capital argumentando que, en esa fecha, no se consiguió la independencia y se manifestó lealtad al rey de España.

Tampoco se conquistó en los esfuerzos que vinieron después y, aunque fueron claves en el avance necesario, debimos esperar hasta 1822, luego del impulso gigante que significó el 9 de Octubre de 1820.

Así, como en la mayor parte de los países, la independencia ecuatoriana no es una fecha, es un proceso pero, si el movimiento quiteño no hubiese sido sino una agitación sin valor trascendente, no se entiende la fiereza de la matanza del 2 de Agosto del año siguiente, sancionando a sus autores.

La voluntad de ser libres es una vieja enseña nacional que cada vez que haga falta estamos dispuestos a izar.

Pero para que todo siga siendo de esa invariable manera, la herencia de amor a las libertades debe permanecer en la memoria de las nuevas generaciones, no como el pesado recuerdo de un ayer que ya no es más, sino como un patrimonio histórico al que siempre nos encargaremos de preservar e incrementar con el esfuerzo de todos, cada vez que haga falta.

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