Situación. En las casas del sector se  ha optado por elevar el piso, sin embargo, no suele ser suficiente.

Vivir al vaiven de los aguajes

Casas y calles inundadas. Y en el interior de los hogares muebles y electrodomésticos que descansan en improvisadas tarimas esperando que el nivel del agua baje. Ese es el panorama que se evidencia en el sector de la 17, al suroeste de Guayaquil, a ca

Casas y calles inundadas. Y en el interior de los hogares muebles y electrodomésticos que descansan en improvisadas tarimas esperando que el nivel del agua baje. Ese es el panorama que se evidencia en el sector de la 17, al suroeste de Guayaquil, a causa de los aguajes; el problema se incrementa cuando las embarcaciones que pasan por el lugar forman oleajes que hacen del agua un vaivén.

Los habitantes de las viviendas ubicadas a orillas del estero Salado toman como medida de prevención elevar el piso de sus viviendas; sin embargo, eso no es suficiente, ya que el agua suele elevarse varios centímetros. Lo suficiente para alcanzar a meterse a las viviendas.

Moradores que tienen varios años viviendo en el sector dicen que siempre padecen de inundaciones en aguajes o fuertes lluvias con un alto riesgo, ya que sus casas están ubicadas en las riberas del estero.

Armando Suárez, por ejemplo, reside en el lugar hace 35 años y comenta que años atrás sufrió una pérdida material grave, pues un pedazo de su casa se desplomó.

Para Jhonny Anchundia, quien habita en el sector hace 15 años, lo más práctico es que se eleven los pisos de las viviendas y subir las cosas para resguardarlas del daño, sobre todo la refrigeradora.

“El agua se mete a la casa y la mayoría de personas del sector ha elevado los pisos, pero aun así se filtra y nos inundamos, esto sucede cada dos meses”, dice el morador, quien reconoce que esta situación es parte de la naturaleza.

Pero Carlos Coronel (vive en el sitio hace siete años) expone un inconveniente mayor. “Sube la marea y se rebosa el alcantarillado, entonces sale eso sucio y los niños suelen bañarse con esta agua que les puede traer enfermedades”, considera este vecino, quien admite que hasta la fecha ningún miembro de su familia se ha enfermado, pero “sí afecta el mal olor que surge del alcantarillado”.

Según los pobladores, por el peligro que existe cuando se da el aguaje, las autoridades acuden al lugar a inspeccionarlo. Se presume que van a construir un muro de contención para continuar el paso peatonal en el sector, pero los aguajes van y vienen y la obra no se ve. CG