Campamento. Andrés Silva, María Tuare y José Silva duermen en la vía a Tonsupa.

Vivir ocho meses en una carpa

Las secuelas del terremoto de abril aún son visibles en Esmeraldas. Y para los damnificados de entonces el panorama se complicó, aún más, tras el sismo de 5,8 grados del pasado lunes.

Las secuelas del terremoto de abril aún son visibles en Esmeraldas. Y para los damnificados de entonces el panorama se complicó, aún más, tras el sismo de 5,8 grados del pasado lunes.

Después de ocho meses, las tareas de reconstrucción avanzan lentamente. Hay habitantes de parroquias del cantón Atacames que aún viven en carpas mientras terminan la construcción de las casas financiadas con el bono que entregó el Gobierno.

Daniel Yagual, por ejemplo, pertenece a la parroquia Unión de Atacames, a ocho kilómetros de la cabecera cantonal. Él recibió 10.000 dólares para levantar su vivienda. Empezará a pagar ese valor un año después de que termine la construcción. Mientras tanto vive en una carpa azul donada por el Gobierno Chino.

Daniel contó a EXPRESO que permanece allí con su papá y su hijo. Él se gana la vida en la playa de Atacames. “Cuando fue el terremoto, mi casa quedó bastante sentida y, con las réplicas de junio terminó por caerse. Ahora están construyendo la casita. Aunque me ofrecieron para fin de año, dudo que la terminen”, dijo.

Un caso parecido atraviesa su vecina Margarita Mora. Ella, su esposo, sus cinco hijos y un nieto viven en una carpa donada por el Gobierno. Afuera, la familia improvisó una cocina con bambú y de metal. Mientras desayuna huevo revuelto con frijoles, pan y chocolate en agua, Margarita comenta que recién han iniciado los trabajos de la construcción de su vivienda, también afectada por el terremoto de abril.

“Siendo optimista, espero que me entreguen para mediados del otro año”, dice mientras los albañiles hacen la mezcla del cemento para los cimientos de la casa.

Ella tenía un puesto de ceviches en el bulevar de Atacames. No ha regresado desde el lunes porque no hay clientes y tiene miedo. “No sé por qué la naturaleza se ha ensañado contra nosotros. Llevamos casi un año de susto en susto y no para. Nuestra esperanza era este feriado, pero ahora no sé qué vamos hacer”, dice.

Margarita ha tenido más suerte que sus vecinos: a su casa solo le falta el techo.

Entre la población de Atacames y, sobre todo, de Tonsupa, que fue la población más afectada durante el temblor del lunes, el temor es generalizado.

Esto ha ocasionado un singular suceso en las noches. Habitantes de Tonsupa, Cavaplan, San José y Atacames ‘peregrinan’ hasta un sector en las afueras de la ciudad por la vía que une Tonsupa con Esmeraldas. Allí parquean sus vehículos y junto a ellos arman hamacas, tienden colchones en el piso o instalan carpas en la vereda. Así pasan las noches.

La noche del miércoles, Ángel Pico estacionó su buseta de transporte intraparroquial para descansar junto con su familia. Colocó colchones y hamacas mientras sus hijos pequeños saludaban con sus nuevos vecinos. “Aquí estamos seguros, sabemos que no nos va a pasar nada”, dijo a este Diario.