Vivimos tiempos de mucho descontento social
Mucho del descontento tiene raíces válidas y lógicas, que por años los gobiernos han sido incapaces de resolver de forma estructural o sustancial: la pobreza se ha incrementado aceleradamente, salarios reales no mejoran al ritmo necesario; el desempleo aumenta, la economía crece demasiado lento, la corrupción se ha desbordado. No se ha hecho lo suficiente los últimos doce años. Desgraciadamente, a este gobierno le correspondió asumir decisiones impopulares con tal de lograr resultados buenos, evitar el desastre total en pocos años. La situación fiscal tiene al Estado al borde del descalabro; la dinámica legislativa tiene al primer poder de la República en enorme lentitud e inacción; y la educación está urgida de cambios. Para hacer políticas que beneficien a la población se requiere un Estado con finanzas públicas sanas; una asamblea eficiente, que produzca y modifique leyes con la velocidad de los tiempos actuales y un sistema educativo que se modernice, prepare a los jóvenes y le dé oportunidades. Partidos políticos, grupos sociales y gremiales, no deben impulsar agendas que golpean duramente nuestra frágil democracia.
Eco. Mario Vargas Ochoa