Una muralla. Así lució todo el día de ayer una de las áreas del puerto de Guayaquil. Dos grandes embarcaciones de lujo formaron una muralla que abarcó casi medio kilómetro.

Una visita por duplicado

Si en la ciudad existe un termómetro que le toma el pulso al movimiento turístico ese tiene que ser el parque Seminario. Cada grupo de extranjeros que visita Guayaquil está obligado a tomarse fotos con las iguanas. Es como si quien llega a París, no l

Si en la ciudad existe un termómetro que le toma el pulso al movimiento turístico ese tiene que ser el parque Seminario. Cada grupo de extranjeros que visita Guayaquil está obligado a tomarse fotos con las iguanas. Es como si quien llega a París, no lo hace teniendo como fondo a la torre Eiffel.

Justo en ese lugar la mañana de ayer Washington Chávez Chonillo tuvo una de sus jornadas más intensas de las que recuerda en mucho tiempo. Su labor es sencilla: cuidar los carros que estacionan en el paradero destinado para los buses del servicio turístico.

Entre las 8:00 y las 13:00, en ese lugar se recogió a los turistas que recorrían la ciudad sin haber pagado un citytour y arribaron a bordo de las embarcaciones de lujo Ocean Princess y Crystal Symphony.

Hasta ahí también llegaron los que sí pagaron los recorridos. Estos, luego de bajarse de los buses, caminaban hasta el parque de las Iguanas -como también se conoce al Seminario-, al malecón, a la Plaza de la Administración, a los museos aledaños...

“Hay mucho movimiento. Tengo que ver cómo les busco espacio a los carros que entran y salen”, dijo Wacho, como lo conocen desde los guías y dueños de las agencias de viaje y hasta los empleados de operadoras mayoristas con sede en Quito, quien, de manera informal, es parte de ese engranaje que se articula con el arribo de cualquier extranjero.

Durante once horas, el Ocean Princess y Crystal Symphony provocaron una situación particular en la ciudad: la coincidencia de dos cruceros que ocuparon 419 metros, un espacio similar al que transcurre entre el malecón Simón Bolívar y Chimborazo, a lo largo de la 9 de Octubre.

Algo que implicó la duplicación de trabajo para la operadora mayorista de turismo, encargada de recibir a los viajeros y de organizar sus recorridos.

Se calcula que 1.594 viajeros arribaron ayer. La mayoría -cerca de 1.350- contrataron recorridos. Algunos, organizados en seis grupos, viajaron hacia puntos aledaños como haciendas bananeras y cacaoteras de Naranjal y Baba, y sitios turísticos como El Morro y Progreso.

La presencia de turistas fue notoria, por doquiera había grupos de ellos y de buses de lujo que llegaban para recogerlos. Los parques y espacios abiertos del centro lucían copados por personas mayores y unos cuantos jóvenes con sus cámaras fotográficas. Algo similar ocurrió en Las Peñas, donde los artistas tienen sus talleres a lo largo de la calle Numa Pompilio Llona.

Si en la parte céntrica la entrada y salida de buses fue intensa, algo similar se sintió en el puerto marítimo.

Entre las 7:00 y las 9:00 los 30 buses contratados salieron a cumplir rutas. Personal de Akorn estuvo en esta zona del puerto coordinando las salidas.

Solo para cubrir los recorridos urbanos los buses consumieron entre 360 y 480 galones de combustible. “Todos salimos con el tanque lleno”, dijo uno de los conductores.

Tanto la Empresa Pública Municipal de Turismo como el Ministerio de Turismo organizaron la ceremonia de recibimiento. Llevaron banda de músicos y grupos de bailes, instalaron cerca de 10 carpas en las que se exhibieron productos artesanales y promocionales.

Todo en una jornada que resultó inédita para una ciudad que ya es un destino turístico.