La libertad, el valor, la generosidad, la fortaleza, la solidaridad y el liderazgo que caracterizan a los guayaquileños serán inmortalizadas en esculturas en la Plaza de la Administración el próximo 21. Allí,  este Diario citó a Giovanni Burneo (i), Jorg

Las virtudes de los portenos

Seis esculturas representarán a partir del día 21 la personalidad de Guayaquil. EXPRESO da rostro al orgullo ciudadano con seis historias reales.

“El verdadero poder viene desde abajo”

n La determinación por defender la ciudad para los ciudadanos, su anarquía y la consigna de apoderarse de los espacios públicos en pro de la sociedad trajeron aquí al activista Giovanni Burneo Lupino para representar la libertad. Desde hace meses, con su colectivo, Espacio Abierto de Ideas, trabaja en la empoderación de los espacios públicos para el ciudadano. “La calle es de la gente”, es su consigna, por eso critica el papeleo y la formalidad que se impone en la urbe para hacer arte. “El verdadero poder viene desde abajo, desde la médula. Nosotros somos la raíz de todo y ya estamos recuperando lo nuestro, con cultura y organización colectiva”. Esa organización lo llevó a transformar paredes desaliñadas en murales artísticos, a convertir parques en escenarios musicales, a dejar mensajes de progreso en paredes de la ciudad. Este artista, cantautor y gestor cultural cree que la verdadera libertad y el verdadero éxito de esta se miden con el alcance social que tengan las acciones emprendidas en conjunto, con su legado y trascendencia.

“Compartir con gente de la calle, me ha enseñado a ser más feliz”

Bryan Murillo es el rostro de la generosidad. Tiene 21 años, estudia Arquitectura y cada jueves de 19:00 a 22:00, recorre diversos puntos de la ciudad para preparar y alimentar a indigentes y personas de escasos recursos. Él pertenece al Movimiento de Vida Cristiana y desde hace cuatro años a uno de los programas más representativos de esta organización: Pan para mi hermano, un servicio solidario creado hace 15 años en el que también se forma moral y espiritualmente a los beneficiarios.

“Desde que hago esta labor mi vida ha mejorado. La sencillez de ver como estas personas que no tienen nada, incluso un techo donde dormir, me ha enseñado a priorizar necesidades, a ser feliz sin darte cuenta”, dice.

Cada semana, junto a decenas de voluntarios, entrega alimentos en siete puntos de la ciudad. En cada uno ha hecho amigos: jóvenes y adultos con adicciones, violentados, sin familia. “En fin, gente buena que intenta tomar el rumbo de su vida, con lo que tiene, otra vez”, asegura este joven que a fin de cumplir con su propósito ha tenido que cambiar cumpleaños y paseos, salidas al cine y celebraciones, por reuniones con representantes de empresas privadas a los que alienta cada día a donar y ser partícipe de la causa. “Las cosas de Dios se hacen bien o no se hacen, ese es el verdadero voluntariado. Es lo que cada día intento hacer yo...”.

“Los guayaquileños agarramos al toro por los cuernos, somos decididos”

Pablo Arosemena Marriot es el presidente de la Cámara de Comercio de Guayaquil, el más joven que ha tenido la entidad. Un líder de cepa, por excelencia, que desde su trinchera, lucha y escucha las necesidades de sus socios y más aún de los cientos de emprendedores que como él, buscan crecer y dejar su huella en el país.

Es director de la institución desde el 2014. Y desde su cargo, con el que ha impulsado campañas de impacto nacional como #MiTrabajoEsParaMisHijos y #RentaGanadaRentaPagada, que busca reactivar el comercio y el empleo, el también economista, empresario y máster en Política, cada semana incentiva a los comerciantes a ser los “héroes del comercio”.

Al guayaquileño, dice, se lo conoce por ser frontal, directo, solidario; se lo conoce por emprender. “Somos de los que agarramos a los toros por los cuernos, somos decididos, creemos en la libertad...”. De allí que a través de charlas, conferencias, programas y talleres, los impulsa a activar el liderazgo que llevan dentro.

Desde este año Arosemena formó parte de la comunidad Young Global Leaders (YGL), integrada por emprendedores líderes y con visión global que debaten y esbozan las soluciones a los grandes problemas del mundo dentro del Foro Económico Mundial.

“El miedo siempre va a existir. Es el que nos mantiene vivos”

La caída de una de las paredes de un inmueble en llamas, en julio de 2004, hirió a varios bomberos de la unidad de rescate. El más grave fue el mayor Jorge Montanero, a quien se le quebró la cadera en tres partes. Le colocaron 16 tornillos, siete placas de titanio y registró diez quemaduras de tercer grado. Pasó cuatro meses en cama y la noticia de que no podría volver a ejercer era una realidad. Pese a todo pronóstico médico, y lleno de valor, Montanero se levantó en diciembre de ese año para acudir a su primer incendio después del accidente, en muletas, por eso fue elegido para representar al valor. Es jefe de la División Especializada de Rescate y líder de la Fuerza de Tareas del Benemérito Cuerpo de Bomberos. Su motivación, desde el primer día que decidió ser bombero, hace 25 años, es el deseo de servir. Contrario a lo que la gente pueda creer respecto a que estos hombres y mujeres no le temen a nada, Montanero confiesa que el miedo existe. “El miedo siempre va a existir... es el que nos mantiene vivos. Y también es el que te hace llegar un poco más allá. Nosotros tenemos que controlar la adrenalina, el miedo y el valor”, asegura. Para el mayor, el valor es el que hace la diferencia. “Es lo que te diferencia a ti como ser humano de ser bombero, a dar un poco más, a rescatar o dar tu vida por alguien más, pero el miedo es el que te mantiene vivo”.

“Como sea se logran las cosas si estás completamente dispuesto”

Si hay alguien en Guayaquil que puede representar la fortaleza, ese es Víctor Hugo Castro. Perdió la movilidad en un brazo tras un accidente de tránsito, en 2012. Pese a aquello, no abandonó el crossfit. “Me decían que estaba loco, que con una sola mano y un inmovilizador en la otra iba a ser imposible entrenar”, había contado a este Diario en entrevistas anteriores. Hoy asegura que, sin duda, la fortaleza es una virtud innata de quien nace en Guayaquil. Él es un testimonio vivo. Su condición no lo limita. De hecho, motiva a muchas personas a liderar un gran cambio en sus vidas con su historia. “Llegar a los rincones del país y del mundo donde aún no puedo creer que sepan de mí y lo que hago me llena de satisfacción. Gracias a mi familia y amigos, gracias a mi abuelo y mi madre que me enseñaron que como sea se logran las cosas si estás completamente dispuesto a dar todo por el todo, con pasión, con amor y responsabilidad y pues con mucho carácter”. A la obra que inmortaliza esta virtud la acompaña un león. “No hay momento de desconcierto del que un guayaquileño no salga bien parado”, resume el artista que la creó.

“De repente, lo único que nos movía era el amor al prójimo”

No fue más que escribir un tuit pidiendo colaboración para los afectados del terremoto en Manabí, en 2016, para que Karla Morales confirmara que en Guayaquil existía solidaridad en demasía. Morales fue una de las primeras personas en organizar, desde la sociedad civil, ayuda y donaciones para entregar a los damnificados. El país empezó a reconocer el nombre de Karla Morales abanderando una causa. Eso la trae a esta página hoy. Desde aquel primer tuit se sintió “desbordada” de alegría por la “enorme” solidaridad que caracterizó principalmente al pueblo guayaquileño (llenó 28 camiones con donaciones el primer día) que fue el de la primera respuesta. “Fue reconfortante saber que, en un momento en el que políticamente nos sentíamos separados y divididos, de repente lo único que nos movía era la solidaridad, la empatía, la compasión, el amor al prójimo y el interés del pueblo y de hermanos de hacer algo por lo demás”, sostiene. Esta joven activista por los derechos humanos resalta como virtud de los guayaquileños la solidaridad. Ella misma es un ejemplo.