El "viejo profesor"

Hace algunos días, con nostalgia y algo de añoranza, Expreso evocaba al “viejo profesor”, a ese ser vocacionado, debidamente preparado, en ocasiones, desde muy joven en los normales, y que salía con ideales y herramientas para formar a niños y jóvenes de sus tiempos, entregándose, dando lo mejor de sí y amando lo que hacía.

No es del todo cierto que esa figura profesoral ya no exista hoy, lamentablemente los malos actos de unos ensombrecen el quehacer de todos. Pero también es cierto que a lo largo de los tiempos, todos de alguna manera en la sociedad hemos desvalorizado la figura del docente.

El propio profesor, cuando sin vocación y simplemente por destajo asumió la cátedra, ya restó imagen a la figura; quienes los recomendaban y volvieron a usar la triste frase: “más que sea de profesor ubícalo”, la empobrecieron aún más.

Las autoridades, cuando por desmerecerlos dijeron de los maestros: “tira piedras”, “desadaptados”, convirtiéndolos en una penosa generalización, que si bien se originaba en huestes politizadas al interior del gremio docente, arrastró inmisericorde a muchas generaciones.

Cuando se perdió la pulcritud en el vestido y la presentación, cuando el léxico y la forma de comunicar del docente se empobrecieron, cuando las capacidades científicas y académicas claudicaron ante la política y sus intereses, se fue también enterrando de a poco al sabio y ejemplar profesor. Para rematar, en nuestros tiempos se lo ubicó simplemente como un servidor público más, al cual irrespetándolo, se le va por encima.

¿Queremos rescatar la profesión docente? Volvamos entonces a los normales, al fortalecimiento de las facultades de educación y pedagogía en cada universidad, entendiendo que no son fábricas de titulados, sino formadoras de conciencias profesionales que han de estar dispuestas a forjar, a modelar al ser humano.

La pedagogía, la didáctica, sin una filosofía de la educación, sin una ética profesional, no pueden entregar docentes capacitados que se desenvuelvan en un marco científico, académico, axiológico, capaz de convertir en misión la tarea profesoral.