La vida no vale nada

Esta frase parece de un verso que suena a fatalismo, y reflejaría la menor huella y menor importancia que tiene la vida para muchos. Es una frase que refleja un sentimiento lírico. Es una verdad dura, porque en nuestro país se desprecia la vida; no hay otro lugar en el mundo donde se la subestime tanto. Un niño, mujer o persona adulta vale poca cosa para los criminales, ladrones, estafadores, drogadictos, violadores, entre otros.

En Guayaquil fácilmente se asesina por pocas cosas, por un celular, por un sicariato de bajo valor. Esto es horrible, no se concibe cómo se menosprecia tanto la vida de un ser humano, cuando la existencia es un don de Dios y un precioso bien social que hay que proteger. Es indudable el alto grado de inseguridad que padecemos. Las estadísticas son alarmantes, solo en 2019, 595 homicidios intencionales o por muertes violentas en el país. Por otra parte, es evidente e irrefutable certeza la intolerable situación de inseguridad que sufre el país, en cada una de sus ciudades. La Asamblea tiene alto grado de responsabilidad al no atender las reformas legales necesarias al Código Orgánico Integral Penal, para que se ponga presos a criminales y delincuentes, que más bien salen en libertad sin cumplir las penas que merecen. Asimismo, la actual alcaldesa de Guayaquil, considerando la alta cifra de 130 crímenes en el distrito 8 -Guayaquil, Durán y Samborondón-, exige acciones contra los jueces que permiten la libertad de los presos. Hay la iniciativa, urgente, de firmar el convenio de cooperación con el Consejo de Seguridad Ciudadana de Guayaquil. Estas situaciones y otras de similar índole demandan que se convoque a especialistas en diferentes áreas para proponer nuevas estrategias que contrarresten el nivel actual de violencia. La solución debe ser integral, pasando por lo económico, preparación y selección adecuada de los miembros de la fuerza municipal y público. Por la integridad moral, profesional e independencia de los jueces y fiscales. Con este cambio general de fondo y forma nuestras vidas estarán más a salvo y en paz, lo que hará que la vida valga la pena.

Lcdo. Robespierre Rivas Ronquillo