Victimas o victimarios

El comandante de Policía Diego Mejía, ante la evidencia del casquillo de la bala que mató al policía José Luis Mejía Solórzano, hallada en el lugar en que el camión militar en que se transportaba el contingente militar del que formaba parte y que fue atacado por una facción indígena shuar, cerca del campamento minero San Carlos de Panantza, en Morona, el miércoles 14 de este mes, aclaró que se trató de una emboscada en donde no se produjo ningún enfrentamiento, habiendo los atacantes utilizado armas de grueso calibre, y siendo propiciada por alrededor de 6O personas que interrumpieron la marcha del vehículo con uniformados. Los disparos realizados desde la selva dejaron también 8 heridos con perdigones. En cuanto al teniente Fernando Villarreal, a quien una bala le atravesó la cabeza, se encuentra aún bajo coma inducido y su estado es muy grave. El presidente Correa reiteró que no habrá diálogo ni consenso hasta que sean capturados los responsables de este grave incidente; denunció la retención forzada de un grupo de soldados que navegaban por el río Bomboiza (Amazonía) por miembros de la comunidad Sarayacu, con el argumento de que el río es de la comunidad y que los militares debían pedir permiso, y aseguró que estas acciones no serán permitidas, por muy ancestrales que se consideren estas comunidades. El Ministerio de Defensa calificó la acción como “secuestro” de 11 soldados y exigió liberarlos de inmediato, lo que se efectuó tras una reunión de más de tres horas entre miembros de la comunidad, autoridades militares y el Gobierno. Patricia Gualinga, dirigente de relaciones internacionales sarayacu, expresó que no se efectuaron las coordinaciones para el paso de los militares por su territorio y se pidieron explicaciones. El incidente revela un serio problema de fondo: la comunidad Sarayacu se considera una especie de “Estado dentro de otro Estado”, peregrina idea probablemente inducida por el exasambleísta Cléver Jiménez y por Fernando Villavicencio, cuando los dos prófugos de la justicia se autoasilaron en territorio sarayaku para evitar ir a la cárcel hasta que sus condenas prescribieran, como si ese territorio selvático no fuera Ecuador.

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