Un viaje por lo fantástico y lo perverso

Un viaje por lo fantastico y lo perverso

Solange Rodríguez lanza ‘La primera vez que vi a un fantasma’. El libro de relatos se publicó en España.

Una experiencia gastronómica extrema, un romance prohibido en Las Vegas, el último día en un mundo a punto de ser bombardeado por meteoritos. En ‘La primera vez que vi un fantasma’, obra de la escritora Solange Rodríguez, la realidad y la fantasía se difuminan, atrapando al lector en un universo de historias hasta donde lo más inverosímil podría ser posible.

La obra, publicada por la editorial española Candaya, se presentó a fines del año pasado en el país y contó recientemente con un tour por varias ciudades del país europeo, donde la autora tuvo la oportunidad de conocer a sus nuevos lectores.

La publicación de este, explica, la tomó por sorpresa. “Los editores de Candaya vinieron dispuestos a invertir en literatura ecuatoriana, porque obviamente, para ellos, publicar a Mónica Ojeda les resultó como un gol de media cancha hecho de espaldas. Recibieron muchos manuscritos y yo honestamente no tenía pensado enviar el mío. Finalmente mis amigas me insistieron y lo hice. Les gustó, lo que me alegró muchísimo, y durante cinco meses fui trabajando y puliendo los cuentos”, narró.

A diferencia de sus relatos previos, los personajes en ‘La primera vez que vi un fantasma’ están constantemente en movimiento, recorriendo ciudades, hoteles de carreteras, casas antiguas y elegantes edificios. Esta característica, explica la autora, responde a un cambio en su narrativa y a la evolución de su estilo. “Antes no me gustaba escribir sobre lugares, prefería no enunciar sitios físicos concretos, aunque no podría explicar por qué. De alguna u otra forma, en los últimos años, he tenido que viajar mucho, entonces estos relatos lo muestran”.

Cuentos como ‘Paladar’ y ‘El atanudos’ son un acierto, jugando con los temores del lector y conduciéndolo por situaciones extrañas, cuyos resultados finales no espera. Otros como ‘Pistola cargada’ rompen la distancia con el lector, incluyéndolo en la historia. Finalmente, piezas como ‘Paseo de domingo’, intercalan lo fantástico con la nostalgia.

“Yo no renuncio a la esperanza en la literatura”, aclaró la escritora. “Mis cuentos pueden ser extraños, a veces crueles, pero no apuntan a herir al lector. Creo que la literatura es un viaje extremo, a veces un viaje perverso, pero no me interesa mostrar un horror del que no puedas salir”.

Desde el lanzamiento del libro, Rodríguez, al igual que otras narradoras ecuatorianas como María Fernanda Ampuero y Mónica Ojeda son consideradas parte del nuevo ‘boom’ de la literatura nacional.

Al preguntarle cómo se siente al ser parte de este grupo, sonríe. Señala que, aunque el título le parece halagador, siempre han existido excelentes narradoras en Ecuador, pero sin los beneficios de distribución y proyecciones que ofrecen las editoriales extranjeras. Aún así, concede que hay una palestra para las escritoras nacionales que no debe ser ignorada.

“Hay quienes nos han catalogado como la novelería del momento, y no. No somos un golpe de suerte. Nos han mencionado en el New York Times, hemos ganado premios, hemos logrado cosas que otros no han logrado. Estamos aquí para quedarnos”.

Su nuevo proyecto ya está en camino. Se trata del libro de microrrelatos ‘Levitaciones’, que será publicado con la editorial peruana Micrópolis.