Además de recuperar el sucre como una moneda de intercambio, el personal que atiende en el café galería, vestirá con ropa de moda antigua.

Un viaje a 1800

Es un café temático y tiene objetos usados entre los siglos XIX y XX. El consumo se paga en antiguos sucres, que el local facilita.

Es una cafetería, pero también es el lugar donde es posible encontrar objetos que alguna vez estuvieron en uso y se volvieron poco comunes, no hace poco, sino más bien hace 100 y hasta 200 años.

El nombre es algo pretencioso: Galería Café 1800. Presuntuoso porque no todo es parte del siglo XIX, la mayoría son objetos que se utilizaron en algún momento de la historia de esta ciudad, pero ya en los años de 1900 y que luego fueron rescatados por Rolando Campuzano Castillo, un empresario guayaquileño que desde los 14 años se volvió un acumulador de objetos antiguos. Al inicio eran cosas pequeñas: las botellas de cristal en las que se repartía la leche, anuncios publicitarios.

A los 20 años, ya ejecutaba compras más complejas, como un reloj de bolsillo, marca Longine. Esa fue precisamente su primera compra en grande.

Luego vinieron otras, como haber adquirido, por medio de subastas públicas, dos vehículos que son los más antiguos de la colección de seis carros clásicos: un Ford modelo A de 1928 y un Phaeron de 1928.

Todos eran parte de una colección ecléctica, que conservaba en bodegas, una gran parte, y en grandes espacios de su propia oficina.

Todo hasta que decidió juntar una gran parte de estos objetos en un concepto de local de servicio temático. Así nació Galería Café 1800. Un lugar que abre el 22 de julio y en el que además de ofrecerse bebidas tradicionales -café, chocolate...- se servirán desde humitas, muchines... pero todo podrá ser comprado con aquella moneda que durante 116 años reinó como la única moneda del Ecuador: el sucre.

“Para pagar cualquier consumo, deberán cambiar sus dólares en sucres”, dice Rolando Campuzano, quien es dueño de una cadena de restaurantes en la ciudad, bajo el nombre comercial de Picantería Olguita.

Las monedas son parte de la colección que ha ido acumulando este guayaquileño, las que además llevarán un sello distintivo, para evitar la filtración de monedas.

La cafetería está ubicada en el centro comercial Bonanza, en la avenida Isidro Ayora y Benjamín Carrión. Ocupa un área de 170 metros cuadrados, donde caben 18 mesas. Todas rodeadas por los objetos, a la manera de un museo en el que nada se puede tocar.

Hay piezas como un televisor de 1955, una refrigeradora de 1950, que formó parte de las campañas de mercadeo de la Pepsi Cola. Así como discos y fonógrafos. Cámaras fotográficas de diversas marcas y años de fabricación.

Los carteles de películas que en algún momento se colocaron a las puertas de cines de Guayaquil. Al igual que páginas de algunos de los periódicos locales en fechas claves, como la Segunda Guerra Mundial.

Un museo sin vitrinas

En este museo la mayoría de las piezas están al descubierto. Solo protegidas con pequeños carteles en los que se menciona: no tocar. A los visitantes al local, no se les pide que vayan vestidos con algún tipo de ropa en especial, pero que sí acepten llevar el sombrero negro de alas cortas, que se entregará en el momento que cambien sus dólares por sucres. El sombrero es un requisito para experimentar ese viaje al pasado. Cada objeto de esta exhibición corresponde a una época determinada de la ciudad. Para estar ahí, debió ser usado por un habitante de esta ciudad, eso fue un requisito para la curaduría de la muestra.