Venezuela: interminable crisis

Queda claro, observando el fenómeno con la mayor objetividad posible y alejando el concepto de todo sesgo ideológico, que los países bajo el gobierno de los autodenominados socialismos de siglo XXI tienen entre sus líneas de acción permanentes la de procurar eternizarse en el ejercicio del poder.

Si bien en los tiempos que corren han merecido la confianza electoral de sus pueblos, hecho que contribuiría a otorgarles legitimidad, su voluntad de no dar paso a otras alternativas, a nombre de la necesidad de culminar proyectos en repúblicas como Venezuela, ha desfigurado su rostro democrático y condenado a diversos tipos de sufrimiento a su pueblo, entre otros no menos graves, también al de la siembra de un profundo antagonismo social que tardará largo tiempo en ser subsanado.

Ese negativo panorama ahora se ha visto agravado con la intención ya puesta en práctica de carnetizar a quince millones de ciudadanos y condicionar a que ese proceso se cumpla para que puedan acceder a los beneficios sociales que el régimen mantiene. El Estado beneficiará únicamente a quienes adquieran el Carnet de la Patria; que la patria es uno de los elementos movilizadores a cuyo nombre les gusta actuar a las dictaduras en que devienen, en sus propósitos manipuladores de la conciencia popular.

No niegan que su afán es del construir “poder popular”. Ellos también se apropian de ese valor. Con esa cínica manera de actuar todo lo que ellos realizan es para beneficio popular. Lo que la oposición plantea siempre será la expresión antirrevolucionaria de los antiguos “dueños del poder”, hoy por hoy expulsados de su control.

Sin sarcasmo, más han acumulado algunos de los dirigentes de ese proceso de socialismo del siglo XXI, que los pueblos que han sometido al corrupto juego de sus intereses.

Sin duda, como se ha señalado en Venezuela, el Carnet de la Patria es otro instrumento para garantizarse un pueblo sumiso que en cualquier momento (Gloria al bravo pueblo...) dejará de serlo y volverá a poner la casa en orden en la tierra de Bolívar.

Ojalá, contando con la solidaridad de los países hermanos, ocurra pronto y con la menor violencia posible, para evitar que la explosión sea cruenta, costosa en vidas o permita volver al corrupto pasado que propició lo negativo actual.